Ayer los diputados federales aprobaron en comisiones una de las iniciativas de mayor trascendencia, por un lado reconocieron la violencia política en razón de género y por el otro sentaron las bases para definir qué es, qué conductas sí y cuáles no, deben ser catalogadas con esta nueva tipificación.
El discurso boletinado suena bastante bien a no ser por un detalle relevante.
Apostándole a la mala memoria, la diputada Verónica Sobrado, que llegó a San Lázaro de la mano de Rafael Moreno Valle, hoy se envuelve en una bandera que ni por error defendió cuando estaba por ley, obligada a hacerlo.
Durante sus años como titular del Instituto Poblano de la Mujer, Sobrado no alzó la voz a favor de las mujeres en Puebla, no exigió respeto para Elia Tamayo ni para las pocas muy pocas mujeres que estuvieron en el gabinete de Rafael. Pese a que en el sexenio de Moreno Valle se desató la violencia contra las mujeres –incluida la política- la panista no se pronunció a favor de activar el protocolo de la Alerta de Género.
Pese a que en la administración de Rafael el gabinete parecía un Club de Toby, donde sólo cinco mujeres tuvieron un espacio y aunque fue público el maltrato de Moreno Valle a Amy Camacho y a Myriam Arabian, nuca dijo ni media palabra.
Tampoco se escuchó ningún pronunciamiento cuando un día sí y otro también, AnaTere, Blanca Alcalá y Roxana Luna; padecieron la violencia política de género más atroz de la que Puebla tenga memoria.
Sobrado Rodríguez dirigía un organismo que debía pugnar por los derechos de las mujeres, pero tampoco hubo ninguna iniciativa o declaración que sentenciara la urgencia de fuera una diputada, la que dirigiera el Congreso.
En resumen, el tema del empoderamiento de la mujer así como la defensa de los derechos políticos y sociales de ellas, nunca fue su prioridad.
La Catrina que amenaza al Ecológico
El Parque Ecológico el principal pulmón que tiene la ciudad cerca del Centro Histórico, está a punto de ser afectado por un huracán llamado “Catrina Fest” que congregará a 45 mil personas el próximo sábado.
Ayer nos enteramos que quien dio el permiso para la realización del festival fue el entonces director de Parques y Convenciones, Ángel Manuel Diez, sin tomar en cuenta que el lugar corre el riesgo de sufrir severos daños por la cantidad de gente que llegará al festival de rock.
Que quede claro, no nos oponemos a que se difunda la música, el problema es que no se hizo el estudio correspondiente. La capital tiene espacios propios para los conciertos, por ejemplo el estadio Cuauhtémoc que tiene capacidad para 45 mil aficionados y cuenta con un amplio estacionamiento.
El Parque Revolución Mexicana difícilmente tendrá 500 cajones de estacionamiento disponibles en su interior, por lo cual es fácil suponer que la gente utilizará las calles de las colonias aledañas para dejar sus vehículos, con el riesgo que todos sabemos.
Los árboles recién plantados y las aves que se encuentran en Arbo Terra también pasarán una semana difícil por el ajetreo y el sonido al que estarán sometidos.
Adicionalmente los deportistas que corren o caminan en el sitio, que está acondicionado para ello, han sido “despojados” del espacio para dar paso a los preparativos y el concierto.
Personas cercanas a ésta cada editorial aseguran que el parque hasta ahora ha sido ejemplo del comportamiento de la gente que respeta los límites de velocidad, los cajones de estacionamiento para discapacitados, los aparatos para ejercicios no han sido vandalizados, pero temen que el huracán “Catrina Fest” haga lo que no pudo lograr el morenovallismo, terminar con el Parque Ecológico.