La polvareda de opinión pública que levantó la aseveración del gobernador Miguel Barbosa sobre el Covid-19, la pobreza, la clase pudiente y las tortas de mole de guajolote demuestra que la polarización alcanza todos los niveles de la estructura social.
Lo que también nos enseña es que además de la dificultad para gobernar en tiempo de redes sociales, el Coronavirus (Covid-19), lo hace aún más complejo. Nunca el ejercicio de gobierno estuvo sometido a un escrutinio tan punzante como ocurre hoy, y está a la vista.
Lo que hoy parece una broma pasajera sin más intención que eso, puede ser tomada por un segmento de la opinión pública como estandarte de lucha. El gobernante debe ser lo más parecido al tótem tribal a quien se le tiene negado merecer el placer mundano de pretender la gracia de los oyentes
Hay también una dosis de clasismo, porque vivimos en un país que juzga a partir de apariencias. El estigma se construye de eso, y no de racionalidad.
La enorme dificultad para transmitir un mensaje con eficacia en medio del ruido que genera la red requiere de un pulso particular, el timing requerido para evitar que sea desvirtuado en el intento mismo.
Las redes sociales inyectan una dosis adicional a esa disonancia que alcanza al poder público y privado. Este miércoles el ejemplo lo dio Ricardo Salinas Pliego, presidente de Grupo Salinas, con su llamado a salir a buscar el sustento. El dueño de TV Azteca consiguió colocarse como tendencia.
Luego vendría el propio gobernador y a la entidad, que permitió que la oposición a la Cuarta Transformación utilizar como instrumento de golpeteo desde Twitter, Facebook, Instagram, radio y televisión.
El periodo en el que en México los presidentes observaban aparentemente distantes los mundanos intereses de los diversos grupos de interés está en el pasado.
Lo mismo ocurrió con ex mandatarios, desde Vicente Fox en el año 2000, el silencio conventual al que estaban confinados se acabó. La prueba más evidente es la de Felipe Calderón, que desarrolla un activismo actuante en la formación de su partido México Libre.
Lo mismo sucede en su cuenta de Twitter hasta convertirlo en un auténtico influencer en la era de redes sociales, con una salvedad: ayer se topó con Barbosa, el de único mandatario de la #4T en responder abiertamente al protagónico ex panista.
Pero decirlo es políticamente incorrecto. Tal vez por eso es que las cabezas visibles de Morena hayan dejado solo al mandatario poblano.
El periodo de contingencia por el Coronavirus terminará en este país, pero no el ánimo de linchamiento público. El mal talante social propiciado por múltiples factores nos conduce a la polarización perenne.