Lo afirma el amo y seguro sabe de lo que está hablando. La declaración -con sus matices y resaltando lo que a cada editor parece más interesante- se encuentra en algunos portales taurinos. En esencia, el patrón afirma que la tauromaquia o se adapta a los nuevos tiempos y circunstancias, o corre peligro cierto de desaparecer. El empresario ha vivido la amarga experiencia en carne propia. Tras haber organizado los seriales, Simón Casas ha visto como, una a una, se suspenden sus ferias taurinas: Valencia, San Isidro, Nimes y las que se acumulen en los meses venideros.

Por si faltaran malas noticias, la empresa de Sevilla ha anunciado que se cancela la Feria de San Miguel en septiembre y notifican a las personas que compraron abonos para la Feria de abril, que si la adquisición fue vía electrónica recibirán la devolución. A los que lo hicieron en efectivo, les participan que tendrán que esperar a que se autorice la apertura de las taquillas para que pasen a canjear entradas por dinero. O sea, un año completo sin toros en la Maestranza. Con un panorama así, ya pueden imaginarse el riesgo que está corriendo la tauromaquia. A lo enumerado, sumen la suspensión de los seriales de San Fermín en Pamplona, San Jaime en Valencia, Mont de Marsan, Ceret, las corridas generales de Bilbao y muchas más, entre ellas, la temporada de novilladas en la Plaza México, no sé si captan la mala leche con que incluyo en la lista a este último ciclo, que, en realidad, a casi nadie importa, sólo a los novilleros.

La situación es muy grave. En todos los países taurinos, la crisis sanitaria se está llevando al carajo a la fiesta de toros. Por eso, es tan importante detenerse y reflexionar acerca de las palabras del empresario taurino más poderoso del planeta. ¿A qué se refiere Simón Casas con que la tauromaquia debe adaptarse a las circunstancias? Me pregunto: ¿A diseñar un nuevo modelo económico para dar la función? ¿A respetar al toro y celebrar el ritual con toda la lealtad que el animal se merece? ¿A suprimir las suertes que lastimen al bovino, para ganar los adeptos que hoy la rechazan porque la consideran una tortura? ¿A crear un nuevo espectáculo con un público situado tras la pantalla de un dispositivo digital? Tal vez, todas juntas.

El planteamiento nos involucra y debe llevar a cuestionarnos cómo regresaremos a la plaza de toros. Ahora sí, lo queramos o no, empieza una nueva vida. Me invade el presentimiento de que las cosas nunca volverán a ser como antes, eso es inexorable. En tanto no aparezca la vacuna, seguiré extrañando la vida que he perdido. Restaurantes, conciertos, el cine y las tardes de toros, las que, por lo menos como eran antes, se han ido y a saber si volverán, y con ellas, los viajes a Madrid, a Sevilla y no muy lejos, a Tlaxcala y a la Plaza México.

Debemos ser optimistas. Sí, inventaremos una nueva forma de vida “normal” y aprenderemos, como aprendimos a ponernos bloqueador solar, a salir a la calle con careta y guantes, sonrisas ocultas y junto con ello, asimilaremos que no volveremos a dar una gran fiesta y mucho menos, ¡ay, melancolía! a sentarnos en el tendido de una plaza de toros llena hasta las banderas en una tarde soleada y multicolor.

Hoy, el confinamiento todavía no me pesa; como muchos estoy asustado y además, la conservación de la salud lo justifica todo, pero qué pensaré mañana, cuando mi mejor posibilidad sea la de que un ganadero amigo, generoso, me invite a ver lidiar un encierro a puerta cerrada, porque el nuevo tipo de evento -no lo puedo llamar corrida si falta el actor colectivo que es el público- sea transmitido por medios digitales. La existencia será tan plana como lo es una pantalla.

Un mundo nuevo está siendo parido y Simón Casas junto con sus colegas se apresuran a encontrarle forma y quieren ser previsores, si es que pueden serlo. ¿Ustedes lo creen? La navidad pasada ninguno de ellos pensaba que durante el 2020 se iba a quedar con todas las entradas en las manos; como nosotros tampoco imaginábamos que nuestra máxima experiencia sería la de poner en Youtube videos de faenas importantes. Vamos a aprender muchas cosas y la lección más importante del año, para todos, se llama Humildad.