Mientras veía la película de 1956 “el misterio de Picasso” del director Henri-Georges Clouzot, me acordé de la hipérbole que utiliza Pepe Alameda para narrar un momento esencial de su vida en el que ayudó a Belmonte en un tentadero: “Juan me guardó para su ayudante por aquel día, lo cual me colmaba de íntimo orgullo taurino, pues estaba trabajando con el ‘monstruo sagrado’ del toreo, como no ha había otro en sus aras; un aprendiz en el taller de Miguel Ángel” (El hilo del toreo, p. 200). Clouzot logra provocar esa misma sensación en los espectadores, nos permite observar en forma íntima el mecanismo creativo de Picasso.

El arte de Picasso es multiforme y cambiante. Fue un pintor polémico, con un talento inmenso y una ávida necesidad de crear.

La película de Henri-Georges Clouzot penetra en el misterio del artista y nos hace entender aquella frase que pronunció el propio Picasso: “cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando”.

Clouzot filmó a Picasso con una cámara fija en plano secuencia, que es una técnica de rodaje que consiste en realizar tomas sin corte durante largo tiempo. El director grabó al artista pintando sobre un papel especial, como si fuera un cristal donde se percibe el reverso del dibujo, mientras que en el otro lado del lienzo, sin dejarse ver, Picasso va plasmando la imagen.

Ante los ojos del espectador van apareciendo pinceladas como si fueran el vuelo de un capote. Vemos a Picasso con brío, nervio y fervor como si estuviera enfrentando a un toro bravo. Pablo expresa su personalidad con el pincel tal como un torero lo haría con la muleta.

En el filme, al igual que lo hizo a lo largo de su vida, Picasso recurre al tema taurino. El artista malagueño estableció una profunda relación entre la tauromaquia y la manera en la que se enfrentaba a un lienzo vacío. Había en él una imperiosa necesidad de crear y de sobrevivir. Ramón Gómez de la Serna lo llamó "el toreador de la pintura".

En la obra taurina de Picasso hay una alegoría del amor y la muerte. María María dice que “el pintor plasmaba sus miedos, sus anhelos, sus fantasías, interpretando el toro como un alter ego del artista. Incluso se quiere ver en su tauromaquia metáforas de violencia, sexo, amor y muerte” (“Picasso y su relación con el mundo de los toros”, el Diario de Córdoba, 13 enero 2004).

Clouzot nos ayuda a ver a un hombre de una gran vitalidad creadora, que parecía no darse nunca por satisfecho. El documental muestra una paráfrasis de la tauromaquia realizada por uno de los pintores más importantes de todos los tiempos. El toreo conquistó a Picasso quien le correspondió con una serie de metáforas que van desde la violencia hasta el erotismo.

Gracias a la plataforma digital Mubi.com, podemos adentrarnos en el misterio de un artista que tenía un especial modo de crear y una ineludible necesidad de renovarse, renacer y morir en cada experiencia.