En teoría, la Auditoría Superior del Estado (ASE) debe ser un organismo autónomo que se dedique a revisar las cuentas públicas para, en caso de encontrar mal uso del erario, dotar de pruebas y coadyuvar a que se finquen las responsabilidades correspondientes. Pero, en estos extraños tiempos de la Cuarta Transformación, pareciera que el virus del protagonismo ya llegó hasta las oficinas de Francisco Romero Serrano, el Auditor Superior.
Y le digo esto porque la idea de la “Auditoria Forense” que permite “reabrir” y volver a revisar las cuentas que ya estaban aprobadas me parece fenomenal, principalmente para sancionar los abusos que se cometieron en regímenes autoritarios como el de Rafael Moreno Valle. Sin embargo, en ese afán de hacer públicos hasta los estornudos del auditor, se olvidan de que lo verdaderamente urgente y relevante es documentar las sospechas.
Durante el morenovallismo y desde las páginas de Intolerancia Diario denunciamos, un día sí y otro también, los excesos y abusos que se cometieron para desviar millones de pesos a campañas, sobornos o fortunas personales, de ahí que no tengo la menor duda de que si se lo proponen, el auditor y la ASE, encontraran suficientes irregularidades para llevar a los funcionarios hasta al mismísimo paredón.
Nada sería más muy justo que quienes se enriquecieron a costa de los poblanos, paguen, sean multados, sancionados, inhabilitados y en su caso, puestos tras las rejas. Pero para lograrlo, sobran los tuits y los boletines. Lo que se necesita son pruebas.
Sin la presentación de los documentos que amparen el mal uso de los recursos públicos, las declaraciones mediáticas no podrán sostener juicios que realmente comprueben los desfalcos.
La reunión de Romero Serrano con Santiago Nieto que recientemente se realizó, aunada al anuncio del gobernador sobre la ruta del dinero y las empresas que se dedicaron a facturar para justificar compras de gobierno, son elementos que prometen y mucho; pero insisto, antes que lanzar señalamientos, lo importante es reunir las pruebas que permitan revelar quién o quiénes se beneficiaron al amparo del exgobernador.
Los tiempos en que la Auditoría era un garrote político deben quedar atrás, no en el olvido, pero sí lejos de esta 4T que nos prometió que no repetiría el autoritarismo que ejerció Moreno Valle.
¿Serán capaces de ser diferentes a los que hoy persiguen?
Veremos y diremos.
Los ventiladores de los López
Cuando la pandemia del Coronavirus apenas se hacía presente en México, López Obrador y López-Gatell sostenían que el pico de contagios sería en la primera semana de mayo. El 24 de abril Elena Álvarez-Buylla Roces, directora general del Conacyt, sostuvo que para el 15 de mayo de este año se entregarían los primeros ventiladores de producción mexicana.
Entre 700 y mil aparatos llegarían a los hospitales mexicanos justo cuando se preveía la mayor cantidad de hospitalizados en el país, se dijo.
Pero algo pasó.
El 29 de mayo, cuando ya llevaban una quincena de retraso, Álvarez-Buylla reculó e incluso negó que se hubiera comprometido a entregar los equipos que ayudarían a los enfermos graves por la Covid-19 a respirar. Palabras más, palabras menos, dijo que seguían en prototipos y que estarían listos… cuando estuvieran listos.
Los López, (Obrador y Gatell), faltaba más, la respaldaron.
Ayer 14 de julio por fin presentaron los dos primeros ventiladores mecánicos, esos que Volkswagen se había ofrecido a fabricar tras contar con los prototipos de SEAT aprobados en España desde mediados de marzo.
Durante “La mañanera” se vendió con bombo y platillo el anuncio de una “nueva industria” la cual comenzará y subrayo “comenzará”, a producir las primeras mil unidades.
Al margen de aplaudir que sean más baratos, que cuenten con tecnología nacional y que por fin se pueda iniciar su producción masiva, me pregunto si para cuando se tengan disponibles aún serán realmente necesarios, sobre todo porque los López insisten día a día en que ya estamos saliendo de la pandemia.
Lamentablemente, ni salimos de ella, ni existen los ventiladores.
Es nuestra triste y preocupante realidad.