En una mañanera más se convirtió el sexto o enésimo informe de Andrés Manuel López Obrador, donde nuevamente el presidente intentó congratularse con sus seguidores a través de verdades a medias y francas mentiras.

Engañar, se ha vuelto para Andrés Manuel, la mejor forma de gobernar. Frases como “Yo tengo otros datos” han pasado de lo anecdótico a lo cómico, a lo trágico y a lo indignante.

Para el presidente, los principios de Morena “No mentir, no traicionar y no robar”, se quedaron simplemente en el slogan de campaña pues hemos visto que si los indicadores de la realidad no se ajustan a su discurso, simplemente los ignora o peor aún desmantela instituciones con tal de no tener que reconocer que la pobreza, la economía, la inseguridad y la salud en México, están cada día peor.

Sumamos dos años del desgobierno de Andrés, un tercio del sexenio de la llamada Cuarta Transformación que en nada ha resuelto las desigualdades sociales ni ha atendido los reclamos de la población; por el contrario el show mediático y las prácticas más rancias de los años 70’s se reeditaron con este gobierno federal.

Indignante para la población en general pero una mentada de madre para los familiares, fue la declaración de este día donde el presidente en el colmo del cinismo aseguró que las masacres se han terminado.

¿Terminado?

Y si no es una masacre entonces cómo debemos en esta Cuarta Transformación llamar al asesinato a sangre fría de jóvenes en un centro de rehabilitación en Guanajuato o a las ejecuciones en bares que continúan en Veracruz, incluso a plena luz del día.

Y qué decir de los feminicidios que un día sí y otro también, causan el enojo y la frustración de la mayoría de los mexicanos, quienes tienen otros datos y reconocen que la violencia de género ha escalado de manera importante.

Los videos virales de asaltos en combis, tanto el de la golpiza a los asaltantes, como el más reciente donde un par de delincuentes dispara a sangre fría contra uno de los pasajeros, tampoco tuvieron espacio en el reporte de este día.

En contraste, llamó arrogantes al fiscal general de la República y al presidente de la SCJN luego de que ambos desairaron su invitación: “Miren cómo han cambiado las cosas, invité al fiscal de la República y al presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y no pudieron asistir. En otros tiempos eso no pasaba, porque ellos tienen la arrogancia de sentirse libres. Este es el cambio, esta es la transformación”, soltó a bocajarro.

Vomitiva resulta la frase replicada hasta el cansancio en uno de sus spots: “En el peor momento contamos con el mejor Gobierno”. Es verdad que México atraviesa uno de sus tiempos más críticos, los indicadores reales hablan de una caída económica de dos dígitos; el sistema de salud está debilitado, casi en estado de coma; la inseguridad, los muertos y los desaparecidos no ceden; y en el colmo, una sociedad altamente polarizada.

Su cantaleta de que la corrupción se acaba, se acabó o se acabará, simplemente está desgastándose y no sólo por las consultas a modo -para saber si se debe aplicar o no la justicia- si no porque videos como el de su hermano Pío recibiendo dinero o la revelación de turbios negocios entre los integrantes de su gabinete, terminarán por desmoronar ese discurso, que hoy pende de alfileres.

Los próximos meses, con el inicio del proceso electoral, con las elecciones en puerta, con las crisis económica, sanitaria y social en ascenso, serán realmente, los más complicados para su gobierno por lo cual auguró que las mentiras de AMLO se incrementarán.

¿Podrá López Obrador dejar la soberbia y reencauzar el rumbo de su administración o se mantendrá montado en su macho aunque con ello se lleve al país entre las patas?

Veremos y diremos.