Ayer, la presidenta municipal de Puebla, Claudia Rivera, dio claras muestras de que en el tema de la prohibición de la fiesta taurina sí tiene un interés particular.
Aunque en público y privado, la Presidente Municipal, aseguró que se escucharían a todas las voces, sorprende que para quienes piensan igual que ella sí hay tiempo y hasta espacio tanto en las instalaciones del Palacio Municipal como en las plataformas virtuales de su gobierno.
Sin embargo, quienes son defensores de la fiesta brava y le han pedido a la señora Rivera que abra un espacio en su agenda para dialogar y exponer sus motivos, simplemente se han quedado esperando una respuesta.
Pero el día de ayer, Doña Claudia fue más lejos. Pese a que por razones de salud existe un decreto que prohíbe reuniones de más de seis personas, ella decidió que este tema era más importante que la propia pandemia, por lo que acudió a Palacio Municipal para recibir con fanfarrias a los grupos anti taurinos.
El uso de las redes sociales y las plataformas digitales del Ayuntamiento de Puebla para promover el interés de la Presidente, prende los focos rojos porque se está utilizando la estructura de un gobierno para cumplir los caprichos de una persona.
En el mismo discurso que emitió la Presidente al presumir las más de 77 mil firmas recabadas en la plataforma Change.org reconoce que entre sus obligaciones está la de “escuchar todas las demandas de los diferentes grupos de la ciudadanía”. Sin embargo, —con sus acciones— está demostrando que la incongruencia es parte de su ADN.
“Esta petición que se coloca en la plataforma ha colocado al municipio de Puebla en el escenario nacional con esta iniciativa ciudadana, con esta consulta… y nos pone también en un ejemplo, un ejemplo de toma de decisiones democráticas”, pronunció frente a los activistas.
Bien dicen que la ignorancia es atrevida.
¿Decisiones democráticas?
¿De verdad considera que prohibir la fiesta taurina porque en una improvisada encuesta de 200 cuestionarios, el 80 por ciento de los encuestados dijeron que no están de acuerdo con ella, es una decisión democrática?
Presumir las 77 mil firmas, con todo y su cartelito rojo, tampoco resulta muy creíble, principalmente porque la plataforma Change.org no verifica que quienes firmen sean personas reales, basta con ingresar un nombre (real o inventado) y colocar una cuenta de correo, de nuevo autentica o falsa.
La plataforma también presenta otro problema para tomarse como una referencia seria, ya que tampoco es capaz de limitar geográficamente a los votantes, es decir que cualquier persona con la liga puede votar aunque ni siquiera conozca en donde se ubica la capital de Puebla.
En resumen, esas 77 mil firmas que tanto enorgullecieron a la presidente y que se publicitaron a través de la administración municipal, podrían ser de bots o de personas que viven en países donde la cultura de los toros simplemente no existe como los anglosajones o asiáticos.
Y suponiendo sin conceder, que realmente los votantes hubieran sido personas reales que viven en Puebla capital, ¿Habrá considerado la alcaldesa que las 77 mil firmas a duras penas representan el 5 por ciento de los habitantes que según el CENSO más actualizado del INEGI viven en la Angelópolis?
Eso pasa cuando la predisposición sobre un tema les impide darse cuenta que sus aliados le están tomando el pelo.
Y me extraña, porque el único antecedente laboral en materia administra de Claudia Rivera es el de analista en INEGI. Pensé que cuando menos había aprendido un poco de estadísticas.
Los vicios de origen
Vayamos al origen. El estudio inicial con el cual un grupo de regidores busca prohibir la fiesta taurina en Puebla, justo cuando nos encontramos en los peores momentos de la pandemia por Covid, es simplemente una vacilada.
De entrada, el supuesto estudio demoscópico, sólo realizó 200 tendenciosos cuestionarios en una ciudad en donde viven más de un millón y medio de capitalinos, es decir que el número de encuestados difícilmente se puede considerar como una muestra real del sentir de quienes habitamos esta ciudad.
Resulta inverosímil que un gobierno, por más vanguardista que se diga, tome decisiones prohibicionistas algo con base en una muestra ridículamente pequeña.
Que pena que la Presidente Municipal se haya prestado a ser parte de un show carente de sustento y rigor metodológico.
Pese a todo, la cerrazón y la perversa complicidad de Rivera Vivanco con los grupos que atentan contra la Tauromaquia, la llevarán a presentar un dictamen ante el Cabildo, para que sus levantadedos aprueben uno más de sus caprichos.
Y al final, se escudará diciendo que ella no hizo otra cosa que escuchar a las mayorías.
Demagogia y más demagogia.