¿Cuál es la prisa? Esa es la pregunta que miles de mexicanos se hacen cuando una y otra vez el gobierno federal y asociaciones de padres de familia insisten en que los menores regresen a las aulas.
Para Andrés Manuel, que no entiende las dimensiones de la pandemia, el tema es fácil: vacunar a los maestros basta para retomar la enseñanza presencial.
Pero lo que el Presidente no observa o no quiere reconocer es que alrededor del anhelado “regreso a clases” se mueven miles, millones de personas, comenzando por maestros, intendentes, administrativos, padres, alumnos, transportistas y hasta los microemprendedores que atienden las papelerías y loncherías.
Cerrar las escuelas fue una de las primeras medidas y logró una reducción enorme en la movilidad de las personas. Demostró que una de cada tres personas que salían de su casa, lo hacía para ir a la escuela.
El retorno, aunque sea escalonado, pareciera una más de las locuras del emperador porque se plantea justamente en las mismas fechas en que se espera la tercera ola, que será el acumulado de infectados por las vacaciones de Semana Santa.
Es cierto que la educación a distancia ha sido un rotundo fracaso, que dejarles trabajos a destajo a los estudiantes para tratar de lograr un aprendizaje no ha sido la mejor estrategia, que los menores presentarán algunas deficiencias ante la falta de socialización con sus pares, pero ¿son estas razones suficientes para exponerlos a ellos, a sus hermanos, a sus sobrinos, a sus primos, a sus padres y a sus abuelos a un contagio?
Regresan empacadores
En este mismo contexto, ayer el Inapam anunció 11 medidas para que los adultos mayores regresen a laborar en las tiendas de autoservicio.
Aunque se destaca que el retorno se recomienda para quienes ya cuentan con las dos dosis de la vacuna antiCovid, sabemos que nuestro país no es precisamente reconocido por tener las mejores prácticas laborales.
Al igual que con los estudiantes, es cierto que las personas de la tercera edad están hartas de permanecer más de un año en el confinamiento y muchas de ellas han visto severamente golpeada su economía, pero ¿es el mejor momento para regresar a las tiendas donde diariamente tratarán con cientos de individuos?
La reincorporación de uno de los sectores poblacionales más vulnerables ante el virus se prevé, nuevamente, para los días en que esperamos un repunte en los contagios. ¿Muy sensato?
Ante estas políticas, vuelvo al principio: ¿Cuál es la prisa? ¿Por qué en plena temporada electoral se busca el regreso a clases y la reincorporación laboral de los adultos mayores?