Tanto Eduardo Rivera Pérez como Claudia Rivera Vivanco tienen un pasado que podría mermar la confianza de los electores.
Ambos candidatos fueron presidentes municipales y tuvieron la oportunidad de concretar muchas de las ofertas o promesas que ahora hacen a los capitalinos.
Pavimentar otras mil calles o colocar más ciclovías son proyectos de movilidad urbana que cualquiera aplaudiría; sin embargo, el escándalo que se armó en el Cabildo cuando se subrayó que las mil calles no eran literalmente mil, sino su equivalente en metros cuadrados, dejó a varios con un amargo sabor de boca. Una verdad a medias.
En el caso de Claudia, las cosas no son distintas. Su oferta de iluminar la ciudad podría sonar muy buena, sin embargo, uno se pregunta: ¿Por qué no lo hizo durante su administración?
Intolerancia Diario cuestionó en la semana a ambos aspirantes sobre su propuesta para erradicar la violencia de género y en concreto para disminuir los feminicidios en la capital.
Las respuestas tuvieron la misma deficiencia de siempre, faltaron los cómos.
Está demostrado que utilizar pulseras rosas conectadas a un sistema de videovigilancia no ha dado resultados, por eso no es la alternativa.
La inseguridad, la precaria economía y la pésima conectividad de la ciudad, no son problemas que se puedan resolver sólo con la buena voluntad de la administración municipal, en cambio, el reordenamiento de ambulantes, podas, servicio de limpia, luminarias y bacheo, sí están en sus manos.
Es verdad que un trienio, menos el tiempo de licencia, menos la llamada curva de aprendizaje, difícilmente alcanza para cumplir con todo lo prometido; sin embargo, sorprende que lo que hoy consideran importante, no fue tan relevante cuando gobernaron.
La duda es ¿qué nos garantiza que otros tres años más les alcancen, a cualquiera de los dos Rivera, para entregarle a los poblanos una ciudad digna?
En ambos casos los candidatos podrían alegar que administrar una ciudad con un Cabildo enfrentado y un gobierno estatal en contra no es fácil, y es verdad, pero siendo francos los ciudadanos tendrán una difícil decisión en las urnas el próximo 6 de junio.
Aunque hay que decirlo, las tendencias indican que el poblano ha tomado una decisión en favor de Eduardo Rivera, que difícilmente cambiará en un par de semanas.
El verdadero aficionado
Aquellos y aquellas enfranjados que sufren con el Puebla en cada temporada, que esperaron pacientemente a que el coronavirus cediera y reabrieran el coloso, son ahora quienes pagan los platos rotos ante el pésimo sistema de boletaje.
Por alguna razón que aún no entiendo, se decidió que Superboletos fuera la plataforma que distribuyera la venta de entradas para el partido de vuelta de La Franja, el próximo domingo, pese a las malas experiencias del pasado.
El resultado, cientos de aficionados, de esos que traen la camiseta tatuada en el corazón, tuvieron que hacer filas enormes o quedarse sin sus entradas luego que los acaparadores hicieron de las suyas.
La administración del Club Puebla haría bien en ir pensando cómo garantizar a los verdaderos aficionados que su amor será recompensado o que al menos tendrán la oportunidad de adquirir las entradas sin ser arrasados por los revendedores.