Los disturbios, gritos, empujones y desencuentros que ayer vivió Mario Delgado durante su visita a Puebla capital son un vivo reflejo de la descomposición en Morena y el desencanto de muchos militantes lopezobradoristas.

Aunque el líder nacional insista en que los gritos donde le llamaron traidor y le pedían que se fuera del lugar fueron sembrados por “la derecha”, lo único cierto es que esas voces, algunas de auténticos morenistas, simplemente enunciaron lo que es por todos sabido: en Puebla se destrozó al partido. 

No señor Delgado, las protestas no son un complot más contra la 4T como usted quiso disfrazar en la entrevista que concedió.

Los gritos no se dieron entre el anonimato de las masas, se lo dijeron de frente, en su cara y sin máscaras.

Eran los mismos militantes que hace tres años acompañaron a AMLO en su aventura presidencial.

Salir atropelladamente en su camioneta blanca, de reversa para no atender los reclamos de militantes inconformes con las candidaturas entregadas, tampoco es parte de una trama en su contra. Es la consecuencia de los atropellos fraguados por su dirigencia.

Huir entre mentadas de madre cada vez que aparece en público se ha vuelto una vergonzosa costumbre.

El desastre de ayer es la consecuencia de la falta de sensibilidad de su dirigencia nacional para escuchar lo que desde hace meses está pasando en Puebla.

Consecuencia de la imposición de candidaturas, incluso burlando la ley y los derechos de los militantes que creyeron que Movimiento Regeneración Nacional acabaría con los viejos vicios del poder.

Consecuencia de tolerar que los militantes de Morena en Puebla se agredan por debajo de la mesa y ataquen a sus compañeros con tal de hacerlos perder, aunque esto implique desmoronar al partido.

Los gritos y jaloneos en el Country son una muestra de lo que podría suceder el próximo domingo 6 de junio cuando los peores adversarios de Morena sean, precisamente, los morenistas que no estén conformes con el triunfo de sus compañeros y revienten la elección o anulen votaciones en algunas casillas.

Morena ha ocasionado que en Puebla la elección sea tanto o más tensa que la que se vivió en 2018, cuando Rafael Moreno Valle violentó sin escrúpulos la elección para hacer gobernadora a su esposa.

Se consuma la burla en Morena

En la recta final de la campaña, Morena logró burlar a la ley. Después de reponer un proceso de selección, que terminó con los mismos candidatos que en un inicio se habían designado, ayer se avaló la lista de diputados locales plurinominales.

Exactamente igual que la lista que dio origen a la queja, Daniela Mier Bañuelos, la hija de Ignacio Mier Velasco, encabeza las pluris.

Le siguen Carlos Evangelista, esposo de Julieta Vences; Tonantzin Fernández y Edgar Garmendia de los Santos.

La burla es, nuevamente, una muestra más de que a los líderes de Morena la ley les vale madre.

Si torcieron la ley para imponer a los pluris, imagínense lo que harán cuando sean diputados locales y tengan el poder de reformar y proponer leyes a su antojo.

Son, desde ahora, un verdadero riesgo para Puebla.

¿Desapareció el Covid?

Ayer las áreas de Protección Civil municipal y estatal brillaron por su ausencia.

Aunque en Puebla nos encontramos en semáforo amarillo por el riesgo de contagios Covid, el Salón Country lució lleno en la visita de Mario Delgado, lo que claramente violó los decretos en materia de salud.

Las transmisiones en redes sociales dieron muestra de ello y de la nula distancia entre los asistentes, pero pareciera que alguien decidió que las campañas son más importantes que la salud, porque al inmueble de la colonia San Manuel nadie llegó para poner un poco de orden.

Hicieron lo que se les pegó la gana y ahí estaban los que quieren ganarse la confianza de los votantes.

Por eso estamos como estamos.