Las fiestas nacionales arrancan esta semana, y si bien la pandemia nos lleva a reconsiderar los eventos sociales por obvias razones, una constante en la que podemos confiar es la comida; sean tostadas, moles o pozoles, para llevar a domicilio o hechos en casa.

En toda la zona metropolitana Puebla-Tlaxcala la vida de las cocinas, fondas y puestos de la calle, mercados, tianguis y tienditas palpita bajo el latido de la Vía Corta a Santa Ana, la Central de Abasto de Puebla.

Si bien los mercados alimentarios están tan globalizados como cualquier otro, por ejemplo, el frijol de norteamérica se decide en la bolsa de futuros de Chicago, el precio minorista se encuentra atado a las cadenas de abasto locales.

La Central de Abasto de Puebla, infame en días pasados por un dantesco evento ligado a un caníbal y un decapitado, tiene un peso enorme en la economía local. Sus más de cuatro mil espacios tienen impacto en los bolsillos cotidianos; saber que el kilo de jitomate está nueve pesos más caro en la central puede significar una semana sin utilidades para una fonda popular.

Lamentablemente el mayor espacio de comercialización de abarrotes y frescos de la cuarta zona metropolitana del país, se maneja como si fuera el tianguis de su esquina.

Enclavada en la junta auxiliar de San Pablo Xochimehuacan, conurbada con el tlaxcalteca municipio de San Pablo del Monte, la central es manejada por el Consejo Administrador de la Central de Abasto integrada por titulares electos de las naves.

Aun bajo una reglamentación, la Central depende del municipio de Puebla. La administración saliente avaló la creación de una A.C. llamada Consejo Empresarial de la Central de Abasto que cobra ilegalmente las cuotas de mantenimiento. Los socavones en los patios de maniobras, y la construcción de una oficina administrativa a costa de espacios verdes y cajones de estacionamiento, parecieran indicar el destino de los fondos.

Las propuestas de la alcaldesa saliente Claudia Rivera, fueron articuladas durante su campaña, fondos de la SEDATU para recuperación de espacios e inversión municipal en movilidad, guarderías y esparcimiento. La terrible condición actual de la Central nos recuerda que ninguna de las metas se alcanzó a arañar.

Buscando no reinventar el agua tibia, el entrante presidente municipal Lalo Rivera promete exactamente lo mismo, faltará ver si lo logra. Una de las aduanas más complicadas la tendrá en aproximadamente un año, en la renovación del Consejo Administrador de la Central de Abasto para el periodo 2022-2025. Negociar con bodegueros y cargadores le presentará un reto a la misma altura que cualquier mediación política.

Sin embargo, el tiempo está en contra con la entrada de la vecina gobernadora morenista, Lorena Cuéllar Cisneros, y una de sus más sonadas propuestas de gobierno, la construcción de una Central de Abastos tlaxcalteca.

Las excelentes relaciones de la gobernadora en Palacio Nacional, especialmente con el joven titular de la SEDATU, Román Meyer Falcón, hacen muy realista la inclusión en tales partidas presupuestales. Máxime por el amarguísimo desencanto que se llevó Meyer Falcón al quedar entre las disputas del gobernador Barbosa y la presidenta municipal Rivera Vivanco, durante la intervención del Mercado Amalucan y el zócalo capitalino.

Aquellos anuncios hechos a mano que ven en los puestos ¿Cuál crisis?, ¡Calidad perrona!, Ni qué mamá lucha, o No me importa perder, son una muestra de genio gráficos como Black Panther o El Gil, pero no pueden ser el referente para el futuro de un mercado de frescos tan importante.

La zona metropolitana de Puebla-Tlaxcala tiene un mercado de 3.5 millones de personas, algo así como todo el país de Uruguay, y se maneja con un solo mercado que no reúne condiciones o instalaciones dignas para quienes, desde la madrugada, trabajan ahí para poner la comida en los platos de los poblanos. Veremos qué hace el nuevo Rivera.