En moda, arte y las portadas de Cosmo, el cuerpo femenino se agrupa por siluetas en formas rectangulares, de pera, manzana o reloj de arena; este último el estadísticamente improbable 90-60-90. Los números del encabezado poco tienen que ver con referencias anatómicas, aunque sí con el reflejo del trabajo de cuatro mujeres en el Gobierno del Estado en carteras claves.
El jueves pasado el INEGI liberó los resultados del Indicador Trimestral de la Actividad Económica Estatal (ITAEE). Este recuento nos da información certera del desarrollo de las economías estatales en sectores primarios, secundarios y terciarios.
El sector primario depende de desarrollo rural y su titular Ana Laura Altamirano para mover al campo poblano y sus agroindustrias asociadas. Olivia Salomón y el equipo de economía llevan las riendas industriales representando al sector secundario.
El sector terciario, aunque difuso siendo servicios y comercio, depende en buena medida del manejo de gobernabilidad pandémica desde la homónima cartera con Ana Lucía Hill; así como el impulso turístico de la titular en lo propio, Marta Teresa Ornelas. Sin obviar titánicos esfuerzos del Dr. Martínez y la vapuleada secretaría de salud para que existan siquiera condiciones.
El crecimiento de la economía poblana es gran noticia; aunque las disparidades por sector inquietan.
Un incremento de 83% en manufacturas, construcción, suministro de electricidad, entre otras, es un crecimiento alucinante, y un bálsamo para la industria poblana y la cada vez más posicionada Olivia Salomón.
Aunque el atorón por la pandemia y el rebote en curso explican un crecimiento arribita de 25% promedio nacional, la diferencia con el más cercano en términos de crecimiento, Oaxaca con veintinueve puntos menos, se explican por el dinamismo de la industria poblana en este trimestre; en el anterior estábamos a -9%.
El campo poblano crece con un prudente 5%, lo cual no son sino buenas noticias para los profesionales en turno. Revertir la tendencia negativa, menos tres en el trimestre anterior, más el fin de año agrícola encima, le auguran buenas noticias a Altamirano Pérez. La disponibilidad presupuestal de 400 MDP y la cosecha invernal, especialmente de cítricos en el norte del estado, verán esos números incrementarse para este ejercicio, dios mediante.
Quedar en lugar decimonoveno y alejados de punteros ¿comparables? como Tlaxcala (+14%) o Michoacán (+27%) seguramente redoblará los esfuerzos para sacudirse andar unos dos puntitos debajo del mediocre promedio nacional.
Turismo, aunque responsable solo en parte de ese 13% de desarrollo en sector servicios, tuvo rebotes de visitantes de +500% y ocupación hotelera de +350%. Gobernación mantiene la simulación del semáforo verde ante la federación, y con eso basta.
Aunque suena fantástico estar en el top cinco de las economías estatales por crecimiento, el descalabre por pandemia fue brutal. Comparados con el mismo periodo en 2009, antes del COVID, nos encogimos 9%, siendo el quinto, pero de los peores.
Exigir virtudes o resultados sobresalientes a una mujer por el hecho de ser mujer es un acto de sexismo, exigirles por capacidad y encargo, y reconocer resultados, chiquitos, medianos y enormes, es camino a la paridad en el servicio público.
Hollywood, salvación de las tradiciones mexicanas
Decir que la magia de las tradiciones mexicanas y nuestro folklore evitaron que Halloween se comiera al Día de Muertos es mentirnos.
La gran algarabía por las celebraciones de muertos en últimos años tiene dos nombres: Coco y James Bond.
La creación de una identidad gráfica definida, la estética de Coco, y la invención de un evento cultural, el desfile de muertos de la película Spectre del 007, fueron indudablemente la tablita de salvación para una tradición muy nuestra que agonizaba a los interiores de las casas y panteones.
Todo es un producto hoy en día. A veces nos dicen cómo venderlo, a veces nos dicen que vender; lamentablemente pocas se deciden cuál de las dos.