“Morena se quedará con las ganas de su nociva Reforma Energética”. Esa fue la puntual frase con la cual la diputada federal, Mariana Gómez del Campo, comprometió todos los votos del bloque opositor.
Por desgracia el optimismo que ella y algunos priistas han mostrado para realmente impedir uno más de los caprichos de AMLO se ve lejano.
Con la actitud de cualquier dictador, López Obrador ordenó que su iniciativa de Reforma Energética pase sin cambiarle ni una coma, tal como ya ha sucedido con temas tan delicados como los Proyectos de Egresos Federales de los últimos tres años.
La orden, que no es recomendación, será acatada a pie juntillas por los legisladores de Morena y sus aliados, sin embargo el verdadero obstáculo será doblar a los priistas necesarios para completar la mayoría calificada en la Cámara Baja.
Resulta difícil creerle al bloque opositor que ningún diputado del PAN, PRI o PRD cederá y terminará por darle a López Obrador la ley que busca.
Ya la semana pasada con algo mucho menor quedó demostrado que tanto priistas como panistas son capaces de ausentarse o generarse enfermedades a cambio de no contradecir ni hacer enojar al inquilino de Palacio Nacional.
Por hechos como ese –y no palabras- es que la duda se enquista, no parece increíble que algunos de quienes hoy se encuentran en la oposición accedan a votar a favor de la reforma de AMLO para congratularse con él, garantizar alguna candidatura y de paso conseguir un bono.
De ahí la pregunta, ¿de cuánto serán los cañonazos?, ¿en cuánto valorarán los priistas su dignidad?, ¿por cuánto venderán su representatividad?
Como en los años más rancios del tricolor, Andrés Manuel y sus secuaces esperaron Semana Santa para poder dar el madruguete y aprobar sin tantas olas una de las iniciativas más polémicas del presidente.
A tres años de distancia, seguimos sin entender por qué actúan igual o peor que los anteriores presidentes que tanto criticaron.
Un paseo con tufo electoral
No sabemos si se trató de una campaña sin candidato, de un baño de pueblo o del simple paseo de una escritora en una feria del libro.
Lo que está claro es que la visita de ayer de Beatriz Gutiérrez Müller, como su inocente video de los tenis rosas, contó con una segunda intención que bien podría ajustarse a la advertencia que publiqué el 10 de enero de este año.
“¿Sería capaz de hacer gobernadora a la primera —no primera— dama?, ¿Sería capaz de resistirse a esa enorme tentación?.. Insisto, es una simple hipótesis, pero mi pregunta es: ¿Se atrevería el Presidente?
“Por sus antecedentes y su esquizofrenia de poder, no tengo la menor duda”.
La caminata, las entrevistas banqueteras, los saludos, las fotografías concedidas, las stories de Instagram y su recorrido por la Fenali con todo y selfies, no fueron para nada habituales.
Ahora lo interesante será saber si realmente se encuentra bien posicionada entre el electorado poblano.
Como lo dije, es sólo una hipótesis pero la doctora de la BUAP bien podría ser la carta oculta de López Obrador en Puebla. ¿Será?
Veremos y diremos.