Y como Cristo resucitado, la oposición resucitó el domingo. La segunda pijamada, las largas y somníferas horas de debates, el Parlamento Abierto y hasta las acusaciones encontradas tuvieron el resultado que muchos dudamos: los diputados del PAN, PRI, PRD y MC impidieron la llamada Ley Bartlett.
La Reforma Eléctrica que era prioridad para AMLO, que se la habían encargado al poblano Nacho Mier, naufragó y con ella se llevó las aspiraciones de un hombre que demostró su falta de oficio político, de cabildeo, su nula operación política y hasta su mal tino para contar “chistes”.
De la maratónica sesión de ayer destacamos la urgencia de reformar el formato en San Lázaro. Las constantes interrupciones, las opiniones disfrazadas de mociones de orden, las faltas –intencionales o no- de respeto y hasta los gritos deben ser erradicados y dar paso a un verdadero debate, uno en donde la prioridad sean los argumentos y no las descalificaciones, los chistes bobos o las citas históricas que poco aportan a la discusión.
Ayer las y los diputados de Morena hicieron un papelón y no sólo por las frases que soltaron o los show que montaron, si no porque demostraron que les falta estatura política.
Al margen de cuál fuera la postura de cada uno, resultaba vergonzoso escuchar a tan malos oradores, las faltas de ortografía eran más que evidentes y ni hablar de sus argumentos porque en más de una intervención de los lopezobradoristas simplemente no hubo ni uno.
Si ya sabían que subirían a tribuna para defender la -indefendible- iniciativa de su jefe, que la votación sería histórica y que como nunca, los ojos de muchos mexicanos estaban sobre ellos, al menos debieron prepararse y no salir a desnudar sus carencias.
El discurso plagado de mentiras no me sorprende porque toman clase todas las mañanas viendo a su sensei desde el Palacio Nacional, pero la falta de preparación y su evidente analfabetismo es más que preocupante.
Y ese grupo sin duda lo encabeza Nacho Mier quien queriéndose hacer el gracioso en la tribuna terminó por enterrar una de las reformas que más importaban a López Obrador y que sin duda le causará una herida que le arderá más de lo que le dolerá.
En contraste, voces como la de Santiago Creel, Ildefonso Guajardo, Humberto “El Tigre” Aguilar y Blanca Alcalá demostraron que contaban con razones de mucho peso para impedir que la CFE fuera un regalo de AMLO para Bartlett.
No importa que los lopezobradoristas hoy digan que ganaron, que sus 275 votos a favor de la Reforma Eléctrica son más que los 223 de la oposición, porque digan lo que digan, lo cierto es que no lograron la mayoría calificada y eso demostró que si los diputados de la alianza Va por México se lo proponen podrán frenar cualquier capricho legislativo de Andrés Manuel.
La derrota es histórica porque jamás se había rechazado una iniciativa presidencial, también porque refleja que los malos oficios de los morenistas están destruyendo el imperio que un día soñó construir el inquilino de Palacio Nacional.
Ayer los lopezobradoristas se automedicaron con la misma pomada que durante tres años recomendaron a sus adversarios; anoche los cuatroteros corrieron a la farmacia de la esquina a comprar Vitacilina, ah qué buena medicina.