La variedad podría recordarle algún horóscopo o tarot asiático, pero la realidad los sitúa entre los diversos padecimientos acechan a la salud pública y la seguridad alimentaria.

En días recientes habrá escuchado sobre la viruela del mono, llamativo título para una enfermedad viral de bajo riesgo que se ha expandido a 11 países, principalmente de Europa, con reporte al viernes por la Secretaría de Salud federal de ningún caso nacional. El virus se manifiesta con granos llenos de pus, que pueden presentarse en menor o mayor medida llegando hasta la muerte, teniendo superior incidencia en menores de edad.

Aunque el riesgo de letalidad y contagio es relativamente mínimo, la viruela del mono es un recordatorio de lo rápido que se propagan las enfermedades en nuestra época. El primer caso fuera de África se reportó el 7 de mayo, hoy ha llegado a rincones como Israel, Suecia o Estados Unidos. La lógica dictaría que va a llegar a México tarde que temprano, esperemos el gobierno federal haya aprendido del COVID.

La gripe aviar, que ya reportábamos hace un mes, sigue fuera de control en buena parte del mundo con el resultado por todos temido: transmisiones a humanos. En China la variedad dominante, H3N8, ya fue detectada en un niño de 4 años de la provincia de Henan. Mientras, en Estados Unidos en el estado de Colorado, la tipo H5N1 fue detectada en uno de los trabajadores encargados de sacrificar casi 40 millones de aves de corral en lo que va de esta pandemia en ese país.

Estas influenzas, aunque de bajo riesgo son un volado como la gripe española de 1918, tienen la capacidad de dañar importantemente las cadenas de suministro. H5N1 tiene una letalidad de casi 100% en aves infectadas.

Cuando tocamos el tema el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA) reportaba un caso en Coahuila, y el posterior sacrificio de 70 mil aves. Hace una semana las alarmas se dispararon cuando Durango se sumó a la lista, la suma total de exterminaciones entre ambos estados llegó 1.8 millones de animales al fin de semana, 25 mil veces los casos que platicamos hace un mes. El miedo sigue latente entre los productores de la zona de La Laguna, que prontamente perturbarán al mercado nacional para reponer las gallinas ponedoras, si es que no se expande antes.

A los cítricos mundiales se los están comiendo la tristeza y el dragón, o al menos las enfermedades así conocidas. El huanglongbing (HLB), chino para “enfermedad de dragón amarillo”, y el virus de la tristeza de los cítricos. Ambas patologías se encuentran presentes en los 24 estados citricultores del país, Puebla incluido, con retos muy importantes para una economía, que pende de un hilo, de 8.6 millones de toneladas de limones, naranjas y limas.

Sin embargo, el principal reto viene de Estados Unidos, específicamente de Florida, estado que ha sido masacrado por el HLB en los 17 años que lleva detectado y donde la producción se desplomó un 78%. Esta reciente cosecha fue la peor desde la Segunda Guerra Mundial. La presión a México por el mercado estadounidense, el de mayor consumo de jugo de naranja en el mundo, será enorme para exportar y sumará a la presión inflacionaria que nos asfixia día a día.

Para muchos el COVID fue el banderazo de llegada, para otros tantos el de salida en esta carrera de enfermedades, usted considere.

SEMARNAT y CONACYT contra la selva

La pregunta la habíamos dejado en el aire hace una semana cuando mencionamos la renuncia masiva en Medio Ambiente federal, incluido el director de Impacto Ambiental, al rehusarse a crear un permiso a modo para el Tramo 5 del Tren Maya. A la jugada entró el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) a través de su Instituto de Ecología, que tuvo la puntada de llamar al proyecto “ambientalmente viable” pese a detectar afectaciones críticas a al menos 500 hectáreas de selva. En cuanto sea publicado en la Gaceta Ecológica de SEMARNAT veremos hasta donde llegó la genuflexión de SEMARNAT y su titular Ma. Luisa Albores.