De las carnes animales, la de pollo es la de mayor consumo en nuestro país, con una dotación por persona de casi ochenta kilos al año. No siempre ha sido así, el aumento fue de casi doscientos por ciento en dos décadas. Es un montón, cerca de cinco millones de toneladas, de las que producimos cuatro. Esto ha generado riquezas y, lamentablemente, atraído la extracción de rentas del crimen organizado.
La extorsión va en diferentes grados, todos preocupantes. Hace dos meses, en la vecina ciudad tlaxcalteca de Apizaco, frente a la capilla de Fátima, fue asesinado un empleado y herido otro del Gallo de Oro, un negocio de venta de pollo que se negó a pagar la semanal renta de piso de setecientos pesos.
En el Estado de México, hace un mes, una red de la Familia Michoacana extorsionaba a los comerciantes avícolas en la Central de Abastos de Toluca para solo comprarle el producto al jefe de la plaza. Otras zonas de Valle de Bravo tienen el pollo, junto a otros bienes de primera necesidad como gas LP, con un impuesto de plaza.
No obstante, la situación en Guerrero es particularmente delicada. En Chilpancingo, hace dos semanas, un distribuidor de pollos fue asesinado frente a La Bendición –nombre de su pollería– en el mercado más importante de la capital guerrerense, el R. Leyva Mancilla. Decenas de amas de casa presentes continuaron sus compras como si nada en una normalización a la barbarie. Tres días después, en el mismo mercado, otro distribuidor fue abatido en su camioneta.
Pasados dos días a las afueras de Chilpancingo, en Petaquillas, comunidad con las cuatro granjas que proveen de pollo a la ciudad, un productor, su hija de doce años y cuatro trabajadores fueron masacrados mientras pelaban pollos. Por cada ave pelada se pagaba entre dos a cuatro pesos. Que la granja estuviera a 300 metros de una base de la Guardia Nacional no tuvo mayor efecto disuasivo.
Las cuatro granjas cerraron, cortando el flujo de carne a los mercados locales. Treinta y dos pollerías de la nave donde fue asesinado el distribuidor también. Otros veinte establecimientos igual cerraron en distintos mercados y Chilpancingo se quedó sin pollo por tres días.
Tras un operativo del 50 Batallón de Infantería, apenas ayer, entre chalupitas chilapeñas y cuajada de Zumpango, una porción de los negocios reabrió. Recuerde que hablamos de vender pollo…
Antier, en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, el conflicto fue en el Mercado Norte. Un grupo armado de cien personas a pie y veinte motorizadas, del tamaño de una compañía militar, aterrorizó el mercado demandando un cambio en la administración. El caos se desbordó hacia el Walmart contiguo y el Centro de Salud de la Zona Norte, que vio a sus usuarios atrincherarse ante ráfagas de alto calibre. Una persona fue asesinada por una bala perdida.
El precio del pollo en todos estos lugares se disparó, por ejemplo, en Chilpancingo un pollo entero subió de 185 a 220 pesos, pero no necesitaba de la violencia para hacerlo.
Su valor se encuentra en el punto más caro en veinte años y al doble de la inflación promedio, o sea un 14%. Esto se debe a energéticos, costos de alimentos y electricidad, además de la gripe aviar que lleva meses asolando al hemisferio norte (ya afectando a Coahuila y Durango), las ondas de calor y el crecimiento anual de la demanda nacional en un millón de toneladas. Casi nada, para poner la piel de gallina.
Sulfatos de amonio como antidepresivos
Ante la zozobra del campo mexicano cae como bálsamo la llegada del primer cargamento de sulfato de amonio, libre de cuotas compensatorias, de Estados Unidos. Las casi siete mil toneladas de fertilizante llegadas a Tampico son mínimas, pero suficiente señal para bajar la presión especulativa en casi un tercio. Otras 250 mil toneladas estarán llegando estos días a Veracruz, Manzanillo y Topolobampo, y con las negociaciones arancelarias con Argentina y Brasil, parecerían ser pronto alivio para las afligidas canastas básicas mexicanas.