Habrá escuchado de la taseomancia, aquel arte adivinatorio que busca anticipar el porvenir mediante la leída interpretativa de los sedimentos del café. En estos últimos días las lecturas han sido varias.

Iniciamos con una ventana cerrada, presagio funesto, que se materializó con el fallecimiento de Don Honorio Cortés López a los 87 años. El originario de Pantepec fue un destacado servidor público, lo mismo federal que local, con una importante trayectoria en el campo, el magisterio y la cafeticultura poblana. Su capacidad agropecuaria se vio especialmente reflejada por su paso como titular de Fomento Agropecuario del estado, en el lejano 1991, además de su libro “Café, riqueza y miseria”, publicado hace tres años, donde se generó una importante radiografía del café en las tres zonas productoras de la entidad.

Mostrándose junto a la ventana podemos ver árboles, símbolo favorable a la prosperidad, que nos recuerdan que el hijo de Don Honorio, Juan Carlos Cortés, se mantiene como director de PROAGRO, líder del sector asegurador agrícola en México y Centroamérica. Además, los Cortés siguen mandando en el café poblano desde sus fincas en Huitzilan de Serdán, ganando repetidamente los más altos premios a las tazas de calidad.

Adicionales inspecciones a la taza nos muestran un coche, auspicioso signo de negocios, lo que podríamos relacionar con la nueva edición de la Cumbre Latinoamericana del Café, que veremos regresar a nuestro estado.

Recordemos que dicho evento, el foro más importante de la región para la cafeticultura, ya ha tenido a Puebla como anfitrión durante anteriores administraciones, donde el propio Don Honorio fue homenajeado por su trayectoria. Aunque el evento fue tachado como excluyente por la actual titular del campo poblano, Ana Laura Altamirano, lo veremos regresar al Centro de Convenciones hacia finales de noviembre de este año.

Juzgando con mayor detalle los sedimentos del aromático vemos cadenas, señales inequívocas de engaños y falsedades.

Orondamente el gobierno estatal ha mencionado que el cultivo del café deja a Puebla mil millones de pesos anualmente, cifra en riña con la realidad. Las propias estadísticas federales indican que en 2020 el valor fue de 927 millones, para caer a 876 el año siguiente en 2021. Los numerosos problemas de Brasil, principal productor global de café, han disparado los precios este año, pero por ahora no tenemos otros datos.

Le acompaña a este número otra temeraria declaración de la estatal Secretaría de Desarrollo Rural, el incremento de la producción de café entre 2019 y 2022, con un fantástico sesenta por ciento.

Esta estimación representaría en cifras pasar, de acuerdo a la propia dependencia, de 137 a 227 mil toneladas en menos de tres años. Para dimensionar, esta apreciación no solo cuadriplica el crecimiento previsto por la federación, pero nos pondría al tú por tú con Veracruz, actual segundo lugar nacional en producción.

Interpretar el café es un viejo arte moro, que traducido del árabe podríamos leer como “qira'at alfinjan”, y parece que fingir es precisamente lo que se está haciendo con los dígitos del café poblano.

Nubes en una taza nos advierten de asuntos económicos sin aclarar, faltará ver los números finales del ejercicio 2022 para una valoración final. Ahora, sí el número llegase a ser real la ronda de aplausos a la política pública será atronadora, pero por ahora las cifras parecen más agua de calcetín que un digno café.