En estas fechas se conjuntan la presentación del cuarto informe de gobierno con el proyecto del presupuesto de egresos para el año que sigue. Entre tantas cifras uno se puede ir con fintas que no retratan la realidad, especialmente del campo.
Tome como ejemplo el presupuesto de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural (SADER), que creció un muy saludable veintiséis por ciento. Un incremento de un cuartote es algo insólito para esta administración, claro, son más como veintidós con la inflación, pero a caballo regalado.
Lamentablemente la ilusión dura poco cuando miramos con atención. A la gran mayoría de las iniciativas del gobierno se las comió la inflación. Como el programa de precios de garantía, que, pese a recibir cinco por ciento más presupuesto, redujo sus metas de atención en un quinto por las alzas en alimentos básicos.
Especialmente un enorme pedazo de este incremento –once de cada catorce pesos nuevos– se irán a los fertilizantes para el bienestar. La cifra, aunque es de las chonchas, casi 17 mil millones de pesos, alcanzará para subsidiar unas 2 millones de hectáreas con urea, según sus cálculos. Algo así como dos veces la superficie sembrada de nuestro estado, que es de los modestos geográficamente. El Tren Maya recibiría –agárrese– 143 mil millones, a manera de referencia.
Habrá que ver dónde sacamos el fertilizante, primero. El complejo petroquímico de Coatzacoalcos avanza con lentitud pasmosa y con muchas dificultades para conseguir la materia prima. A toda capacidad actual apenas produce lo suficiente para fertilizar 6 mil hectáreas diarias. El municipio de San Pedro Cholula es apenas más grande que eso.
Mientras, los mil doscientos trabajadores de Fertinal, en Lázaro Cárdenas, Michoacán, afianzan su huelga al recibir un amparo en contra de la declaración de inexistencia del paro. Esta fábrica recibiría cuatro mil millones de pesos para ser rehabilitada y producir cinco veces esa cantidad, pero sin un acuerdo sindical no se ve ni para cuando iniciar.
En el informe de gobierno las celebraciones son más hiperbólicas que tangibles. Decir que “la producción de alimentos será considerablemente superior este año, gracias al establecimiento de precios de garantía” contradice lo que recién le contaba que encogieron ese presupuesto, y la historia del programa.
Se celebra la autosuficiencia en maíz blanco y frijol. En maíz blanco llevamos bastante tiempo con esa estadística, mientras que el frijol avanza por la cuchilla de la crisis, un año sí el otro también, con Zacatecas y las sequías que le rondan.
Las políticas del campo se han reducido a entregas de apoyos, casi siempre monetarios, descuidando las inversiones en infraestructura y productividad. Como ha sido la costumbre el área fitosanitaria y de sanidad animal ha sido castigada, única partida que vio su presupuesto estancarse en lo mismo del año pasado. Ya nos estaremos quejando amargamente cuando nos cierren la frontera agropecuaria, si no, en la batalla de mañana, piense en mí.