Cuando usted –o la persona que aprovisiona su alacena– se lanza al mercado, tianguis, tiendita o supermercado, usualmente lleva una idea clara de qué comprar. Piensa en lo que comerá en la semana. Piensa en lo que tiene y puede complementar. En fin, una noción de cómo gastar la quincena inteligentemente.
Con una lógica similar el gobierno federal armó su Paquete Contra la Inflación y la Carestía (PACIC) en mayo pasado. Aquella medida donde se eliminaban aranceles y trabas para facilitar la importación de productos de la canasta básica para intentar domar la inflación.
El paquete –que incluía 24 productos– ha sido un fracaso. En ninguna entidad del país se puede comprar la canasta básica por el monto deseado: mil treinta y nueve pesotes. Así, el PACIC va por su tercera renovación. Tercera porque ya tuvo una segunda, con el mismo efecto que el viento a Juárez.
Esta nueva versión –presentada por la Secretaría de Economía a inicios de mes– aumenta 30 productos a los ya existentes, en lo que podríamos interpretar como armar la lista del súper a lo güey, pues se pierde la intención del consumo esencial.
Los productos fueron elegidos por picos que han alcanzado niveles alarmantes, por lo que verá de dulce, chile y manteca. Hay desde velas, toallitas desmaquillantes, espátulas hasta papeles matamoscas.
También hay una categoría preocupante para la nutrición nacional –de por sí por los suelos– incluyendo productos de bajísimo contenido alimenticio: pastas y sopas preparadas.
Además, existe un tremendo enojo de empresarios que ven como el Ejecutivo otorga permisos de importación a un reducidísimo número de compañías. Recuerde, son aquellos permisos donde se puede saltar los trámites de sanidad, inocuidad y calidad. Las empresas beneficiadas fueron las más machuchonas del país, pero ya sabemos lo difícil que es la congruencia en este gobierno.
El nuevo plan antiinflacionario, que tendrá vigencia hasta finales de este año, distorsionará el mercado de una manera importante por el resto del año, pero trae un rayo de luz: exime de aranceles… ¡al caviar! Ya sabe, por si se anda sintiendo extra fifí dentro de la pobreza republicana.
Chifladas importaciones
Entre México y Estados Unidos estamos viendo una serie de peculiarísimas situaciones de comercio alimenticio. Por un lado, el gobierno mexicano impuso un arancel de 50% a la exportación del maíz blanco, esto con la idea de que si se queda el maíz en nuestro país el costo de la tortilla bajará. La medida es irrelevante, puesto que el maíz va en franca baja de precios, siendo los energéticos lo que nos andan encareciendo el kilo de tortillas.
Lo que es de risa loca es el nuevo contrabando en la frontera, de México a Estados Unidos, en forma de huevos. Huevos, así, blanquillos, que se buscan pasar a un país que ha visto los precios dispararse por la gripe aviar que devasta al continente.
El negocio es fenomenal, ¡del otro lado de la frontera la docena está a 140 pesos! No se lo recomiendo, puesto que además de ilegal la multa si lo cachan es de diez mil dólares, pero apetitoso sí suena el negocio.