En la gran novela que es la política nacional, la Suprema Corte ha tomado un rol de villano venido a héroe, o viceversa dependiendo sus afiliaciones. Tres han sido recientemente los más importantes reveses de un poder autónomo a otro. Rechazar el traslado de la Guardia Nacional a SEDENA, el proyecto electoral llamado “Plan B”, y el decreto que clasificaba algunas obras públicas de seguridad nacional para resguardar información.
Las tres impugnaciones se han colocado en la opinión pública por su alto contenido político, excelente combustible mediático para los tiempos electorales. Sin embargo, poco a poco a esta administración se le han estado cayendo los débiles cimientos sobre los que intentó sustentar sus transformaciones. Agricultura, alimentos, bebidas y tabacos no son excepción.
Aunque los casos son más alejados de la discusión pública, sus efectos son harto notorios para la sociedad por lo cotidiano del contacto. Por ejemplo, ¿qué le pasó a Chester Cheetos?
Así como las frituras perdieron al guepardo de profundos lentes obscuros que los acompañó por más de tres décadas, cientos de marcas se vieron privadas de sus mascotas. Esto ante la cristalización –a inicios de este marzo– de una modificación a la Ley General de Salud sobre publicidad.
Sin duda deben de tomarse medidas para asegurar la alimentación correcta de la infancia mexicana como asegurar agua potable, esquemas de comedores y un sistema de abasto popular que no se robe 20 mil millones de pesos; pero el gobierno prefirió ensañarse con el Tigre Toño y Pancho Pantera. Lamentablemente el proyecto estaba mal fundamentado, por lo que esta semana Sabritas recibió un amparo para poder usar la propiedad intelectual que son sus marcas.
Podrá recordar también el alboroto que se armó a inicios de año con la desaparición de cajetillas de tabaco de estantes y anaqueles. Esto en seguimiento a los ajustes al reglamento de la Ley General para el Control del Tabaco.
De nuevo. Sin duda el consumo de tabaco es una pésima decisión para la salud personal y el bolsillo. Por lo que debería de desincentivarse y regular su consumo al máximo, pero con pulcritud legislativa. Si no, pasará como el amparo que recibió Oxxo para poder exhibir productos de tabaco libremente.
Los descalabros han ido en diferentes medidas. El amparo contra la publicidad en alimentos chatarra es provisional, mientras que el del Oxxo ya es una suspensión definitiva.
No obstante, la mayor apuesta de leyes al campo mexicano es la prohibición en el uso de organismos genéticamente modificados y glifosato (el herbicida más usado en el mundo).
Los momios son altos por lo que conlleva este cambio legislativo. No solo por apuntalar el corazón ideológico agrarista del ala más radical de MORENA –sin maíz no hay país–, pero por ser una apuesta contra Estados Unidos y “el odiado vecino”. Falta de argumentos científicos e incapacidades al negociar ya nos andan mostrando que también en este asunto el gobierno de la 4T se estrellará contra una última instancia –panel de controversias TMEC– que revertirá buenas intenciones propuestas con las patas.