La elección de Puebla no pasa por Puebla. La selección del candidato o candidata de Morena a la gubernatura en nuestro estado está únicamente en la voz que impera en el Palacio Nacional.

Sin embargo, resulta curioso que acá en la aldea nos desgarramos las vestiduras y sacamos conjeturas por pequeños detalles.

Vamos generando, creando y deshaciendo escenarios. Un día todo el mundo afirma que el candidato será Alejandro Armenta porque es el que está mejor posicionado y le encontramos mil razones más.

Otro día amanecemos convencidos que la cercanía de Nacho Mier con el inquilino de Palacio Nacional es tal, que seguramente será el elegido. El exceso de espectaculares y el derroche de recursos le suman al escenario imaginario y construimos un castillo en el aire.

Otro día nos acordamos que el género podría darle una voltereta a todos los suspirantes y apostamos nuestras canicas a que la única candidata sería Claudia Rivera Vivanco. Ahí nos pescamos de su peso nacional y de las relaciones familiares en el CEN de Morena.

Pero al día siguiente aseguramos que los certificados que compartió Olivia Salomón en redes sociales son su boleto a la candidatura y que si tomó esos cursos es porque prácticamente ya tiene en la bolsa la candidatura a la gubernatura.

Hemos incluso apostado a que la salida del Dr. Martínez del gabinete estatal fue justamente porque le dijeron que era el bueno y ya necesitaba tiempo fuera para apuntalar y organizar su campaña.

Y aunque julio ya terminó, hay quien sostiene que el exsecretario de Gobierno, Julio Huerta, está en su mejor momento, armando las tropas desde tierra.

Al lunes siguiente nos regresamos al primero, pero después nosotros mismos sacamos a Alejandro Armenta de la carrera por las incongruencias de su asistente y el #AudiDelBienestar.

Entonces volvemos a Mier Velazco y en eso aparece un escándalo que involucra a su hijo, que para colmo de la crisis lleva el mismo nombre que él.

Y así la cadenita continúa.

Al final ponemos, quitamos, subimos, bajamos, desaparecemos, les damos posibilidades, posicionamos, invisibilizamos o revivimos a corcholatas.

Mientras la realidad es que aquí, en la aldea, al final sólo nos hacemos ilusiones, nos tejemos historias y creamos castillitos en el aire, con nuestras propias alucinaciones políticas y al final la decisión será tomada en México y tras seleccionar al candidato o candidata presidencial.

No más le damos vueltas para llegar al mismo lugar.

Ni más ni menos.