El ‘68 dejó una huella en las comunidades universitarias. En aquél catalítico año el ejército entró a la Prepa 1 con «el Bazucazo», desencadenando presencia militar en sedes tanto de la UNAM como del Poli. Tan solo cinco años después fue la Masacre del Carolino en la UAP.
Estos escozores con sabor a violación de derechos humanos dieron pie a un mito: la impenetrable autonomía universitaria. Ni policías, ni ministeriales, ni ninguna otra autoridad entra a nuestra autonomía. Chucha cuerera.
A inicios de semana, más de 50 agentes de la Fiscalía del Estado de México, en colaboración con la Fiscalía General de la República, exageradamente ingresaron a la Universidad de Chapingo para llevarse al rector, Ángel Garduño.
Más bien Ángel N, pues está señalado —presuntamente— de la violación de una alumna en su vehículo en octubre del 2022, mismo mes cuando fue nombrado rector.
La autonomía universitaria, que ahora gozan instituciones como la BUAP o la propia universidad agropecuaria, es en gobierno, economía y academia, de ninguna manera en impartición de justicia. Especialmente con el «nuevo» sistema de justicia penal. No obstante, la fiscalía del Edomex se dobló a los usos y costumbres emanados de un pasado brutalmente represor, y solicitó su orden de cateo a un juez federal.
Esto fue suficiente para que Ángel Garduño huyera de Rectoría, donde lo fueron a buscar, con tiempo de maniobra suficiente para pedirle al Consejo Universitario permiso para ausentarse hasta por 4 meses en lo que arregla su situación legal.
Sin tomar partido o revictimizar a la afectada (con estudios en mecatrónica agrícola), este conflicto legal se enmarca en una lucha sucesoria por la rectoría de una institución con 3 mil millones y medio de pesos de presupuesto para este año.
Garduño García —de la mano de Antorcha Campesina— llegó en medio de un relajo parecido, pues fue rector interino entre 2022-23, ante la destitución del anterior rector Solís Ramírez, motivada por anomalías administrativas en su gestión. Nada menso Garduño, pidió renuncia al puesto interino para poder contender para una rectoría que en teoría se le termina hasta 2026.
Recuerde que la intención de Madero era aprovechar la Revolución para realmente transformar el campo mexicano. Reformar Chapingo, las normales rurales y todas anclas nacionales que siguen haciendo al campo mexicano en general fuente de miseria y atraso, en vez del desarrollo que el Apóstol de la Democracia vio en las grandes escuelas agrícolas del momento —donde estudió— en Francia y Estados Unidos. Patitieso con conceptos virreinales y agraristas, pavimentado de buenas intenciones, el camino agropecuario nacional lleva a ningún lado.
La última estocada Morena al campo
Aunque todo apunta a que las reformas constitucionales del presidente no van a pasar de las Cámaras, vale mencionar como estas terminarían por despedazar el aparato institucional agropecuario de la nación.
En esta propuesta de «simplificación orgánica» el SNICS y SIAP (servicio nacional de semillas y de información agroalimentaria respectivamente) pasarían a ser parte de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.
Así, de un plumazo la SADER tendría capacidad de sacar sus estadísticas (autoevaluarse) y atender al ecosistema completo de semillas (desde importar, comercializar hasta registrar variedades), ¿qué podría salir mal?
Y si le sabe, y quiere jugar a las letras, también se nos irían el INECC, IMIPAS, e IMTA, entre otra docena de entes vitales para la vida moderna de un país. Y si no sabe ni qué son o qué hacen, no se preocupe, el presidente tampoco.