Si a un mexicano promedio se le preguntara qué día es el día del tequila, probablemente respondería que el día que la garganta lo pida. No obstante, nuestros diputados han tenido la gentileza de marcar que el 24 de julio es el Día Nacional del Tequila. Aunque este año, las festividades se han visto ensombrecidas por una tragedia que ha golpeado el corazón de la industria del espíritu nacional.
José Cuervo no necesita presentación. Fundado en 1795, es la tequilera más antigua de México y, sin duda, una de las más emblemáticas. La Rojeña, su primera destilería, establecida en 1812, ha sido testigo de la transformación de la bebida, desde sus humildes comienzos como un licor local hasta su elevación a ícono internacional. Y de Tequila, de un pequeño pueblo más a un ícono mundial del turismo.
Un día antes del día del tequila —el 23— La Rojeña explotó en pleno centro histórico de Tequila, en una tragedia que cobró la vida de siete personas hasta este momento. La tragedia en Tequila, Jalisco, ha sido un recordatorio doloroso de las fragilidades de una industria que, a pesar de su rica historia y su importancia cultural, no es inmune a los errores de planeación y a las fuerzas del mercado.
El impacto de esta tragedia es profundo y multifacético, comenzando con los lamentables decesos y la cancelación de todos los eventos relacionados con el día del tequila.
La destilería La Rojeña era un pilar económico y turístico en Tequila, pero es harto cuestionable que existieran tanques de 200 mil litros repletos de alcohol —aunque sea tequila— en una zona habitacional. En la explosión se vieron involucrados tres de estos tanques, que pertenecen más a un parque industrial que a un edificio virreinal.
Sin embargo, la explosión en La Rojeña es solo la punta del iceberg de una crisis más amplia que afecta a la industria tequilera: el colapso del mercado de piñas de agave.
En un intento de capitalizar el auge global del tequila, se incentivó a los agricultores a plantar agave sin una planificación adecuada, resultando en una sobreproducción que ha devastado los precios: 92% de pérdida de valor en tres años.
En 2021 le daban 30 varos por kilo de piña de agave azul, ahora, 2.50. Se estima que en este momento hay tres veces más plantas que lo requerido por las procesadoras.
Este exceso de agave ha llevado a muchos agricultores a la ruina. Las piñas, que requieren entre siete y diez años para madurar, ahora se pudren en los campos sin compradores suficientes. Los productores, que alguna vez fueron la columna vertebral de la industria tequilera, están atrapados en una trampa económica de la que no pueden escapar.
La falta de control y la visión cortoplacista del gobierno han creado un exceso de oferta que el mercado no puede absorber, provocando una caída estrepitosa en el valor del agave tequilero, y vamos directito a inflar una burbuja igualita para el mezcal. Pero peor, pues las zonas de denominación de origen son enormes comparados contra lo acotado a Jalisco y el tequila. Hace tres años la asociación con el monopolio del registro del mezcal informaba 5 mil predios registrados, en el informe del año pasado ya van para 11 mil.
En el ocaso de decisiones erráticas y mala planeación, el mundo del tequila yace irreconocible. Con sobreproducción primaria, todas las marcas vendidas a capital extranjero, con una industria convertida en espectáculo precario; las advertencias para el mezcal están puestas, habrá que ver quien las oiga. Peca tanto el que raspa el maguey, como el saca el aguamiel.