Sacerdote, no; es ¡torero!
Corchaíto
Sacerdote, no; es ¡torero!
Santiago López-Ortega era un niño de menos de once años, menudito, introvertido, serio y muy piadoso. Al observar su capacidad de introspección, alguien me dijo que ese niño sería sacerdote o torero. Al final, ocurrió esto último... ¡sería torero!
Antonio Casanueva Fernández