Vaya que el gobierno estatal deberá replantear con urgencia sus protocolos para marchas feministas, porque el pasado 8 de marzo no sólo quedó a deber sino, francamente, sus lineamientos quedaron en ridículo.
La estrategia de “blindar” inmuebles del Centro Histórico con estructuras metálicas, plástico y maderas, no sirvió; el gobierno estatal fue rebasado, aunque las voces oficiales busquen negarlo.
Las autoridades deben entender que el sector femenino está harto de falsas promesas sobre igualdad, justicia, freno al acoso, trata, violaciones, feminicidios, homicidios dolosos y todo lo que se acumule.
Entonces, vender una idea en la que es más importante los edificios públicos, ¿no es un error de planeación, una falta de sensibilidad política y, en el peor de los casos, feminista?
Y todas estos reclamos se potencializan tomando en cuenta que Tlaxcala tiene una gobernadora, de quien no se dejó sentir el tan esperado respaldo al Día Internacional de la Mujer.
¿En verdad Tlaxcala es feminista o todo es parte del discurso que, nuevamente, parece derrumbarse?
Vaya dilema. (CSC)
Tlaxcala y los baños de pureza
Donde las justificaciones por el fallido protocolo de la marcha feminista del 8 de marzo no paran, es al interior del gobierno estatal, pues el tono no sale de la vieja confiable, “nos infiltraron mujeres de la CDMX”.
Queda claro que para el estado las tlaxcaltecas, entonces, no son capaces de enfurecer, derribar barreras; no, eso únicamente lo pueden hacer personas provenientes de otro estado.
Más allá de calmar las aguas y pretender dar una imagen de unidad, frases como ésta, afirmada y confirmada por la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros, y el secretario de Gobierno, Sergio González Hernández, comprometen la respuesta de grupos feministas ante nuevas manifestaciones.
Vale la pena replantear el camino a seguir y evitar que el famoso “qué dirán” domine las políticas públicas a favor de la mujer, pues éstas, igual que los edificios, proyectan una visión de primer mundo, ¿o no? (CSC)
Burócratas se ensucian con la escoba
Como balde de agua helada les cayó a los burócratas de Tlaxcala que sin previo aviso, el 9 de marzo, en lugar de presentarse a trabajar y cumplir sus funciones, tuvieran que armar cuadrillas para limpiar el primer cuadro de la capital.
En los corrillos del gobierno estatal se cuenta que casi todos los empleados fueron avisados de última hora que debían ir a despintar edificios públicos luego de la marcha del 8 de marzo.
El enojo fue evidente y si bien no les quedó de otra, lo cierto es que lucían sin ánimos, desganados, en la pereza total, no faltó quién exhibiera su falta de conocimiento en el arte de barrer.
Tal vez sea otra ocasión mejor para presumir la idea “los tlaxcaltecas limpiamos nuestra casa”, porque a decir verdad ni los propios secretarios que se sumaron a la medida lucían convencidos de tan noble labor. (CSC)