En la explanada del Auditorio Metropolitano se palpa la natural expectativa de una primera rendición de cuentas acompañado, por supuesto, de comentarios llenos de futura melancolía a una administración a la que muchos quisieran alargarle la vida.

Si el estado político, social, económico y cultural se pudiera cuantificar en apretones de manos, sonrisas y agradecimientos al divino, no sería difícil asegurar que, tras momentos tan convulsos, Puebla atraviesa un momento de gracia.

A las afueras del Metropolitano, se desconoce el sustantivo "Elecciones 2024" ya que para las distintas tonalidades partidistas, quieran o no, su brújula llamada Sergio Salomón hoy está de manteles largos.

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Mientras que los casi cinco mil asientos de aforo se llenan rápidamente, en uno de los accesos privados aguarda una elitista mezcla de personajes nacionales y locales, ávida de recibir al gobernador.

De ese exclusivo cóctel, las perchas locales de Guillermo Pacheco Pulido, Gilberto Higuera Bernal, Lizeth Sánchez, Melquiades Morales, Antonio Yitani Macisse fueron imán de saludos. No obstante, la reaparición pública del exgobernador Tony Gali Fayad, acompañado por un radiante Tony Gali López, robó las miradas al tiempo que abrió el apetito del morbo poblano.

Para los ojos conocedores, las señales de la Federación se vieron reflejadas con la presencia de una ataviada Ana Elizabeth García Vilchis y una discreta, pero poderosa Esthela Damián Peralta, exsecretaria particular de Claudia Sheinbaum y recientemente elegida como encargada de coordinar sus giras de campaña.

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Fiel a la malacostumbrada impuntualidad de la política poblana, pese a que Céspedes Peregrina ya estaba en el recinto, el tercer aviso tardó más de una hora en llegar.

Ante esta jugosa oportunidad, la fauna política se adueñó momentáneamente del patio de butacas.

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Con el aura recobrado por su unción xochiltlista, Blanca Alcalá y el señorío del Congreso de la Unión llegó con toda su representación poblana sin importar la orientación de sus curules. O la de su excurul, en el caso de la senadora Nadia Navarro, quien con un atuendo azul oscuro pareció olvidar los vivos rojos en sus primeras horas como nueva priísta.

Dos filas abajo, decenas de personajes tragaron saliva antes de pedirle a los Gali una selfie para recordar aquellos tiempos al mismo tiempo que Claudia Rivera buscaba cambiar lugares para así evitar a excompañeros de muchas batallas, pero hoy ya incómodos.

En la primera fila, tras muchísimas peticiones de selfies de diputados locales, Liz Vilchis, la poblana más obradorista, platicó a bocajarro con el fiscal Gilberto Higuera.

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Allí, en la primera butaca de la primera fila, el caprichoso juego del poder le recordó nuevamente a unos diluidos Julio Huerta y Andrés Villegas lo que fueron y ya no volverán a ser.

Y es que entre la existencia de los extenientes del ya inexistente barbosismo, las figuras de Alejandro Armenta y Eduardo Rivera se encontraron con una entrada casi perfectamente sincronizada regalando, entre sonrisas y apretones de mano, un amistoso round de sombras al morbo electoral de los presentes.

La organización del 1er. Informe quiso aprovechar la localía y dejó a Rivera Pérez quieto asignándole la primera butaca mientras que a Armenta Mier lo sentaron hasta el otro extremo armándole la pasarela natural de quien juega en casa.

Cuando se escuchó el "tercer aviso", los nervios se intercambiaron por ilusión entre los colaboradores más cercanos del gobernador como José Norberto Rodríguez y Edgar Sánchez Farfán, quienes lo llamaban "líder" desde antes que arrancara la LXI Legislatura.

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En punto de las 12:17, el gobernador irrumpió en el auditorio de la mano de su esposa Gaby Bonilla hasta llegar a su mesa donde lo esperaban Rosa Icela Rodríguez, en representación del presidente López Obrador, Eduardo Castillo y Belinda Aguilar Díaz. A su vez, flanqueado a la izquierda por su gabinete y a la derecha por su exfamilia de legisladores locales.

Con cientos de aplausos y un "¡gobernador, gobernador!" inició la fiesta de Sergio Salomón.

El hombre al que hace 364 días, 38 diputados lo hicieron titular del Ejecutivo, pero su ejercicio del poder lo legitimó para hoy ser el hombre más respetado de la entidad.