Atlixco, Tehuacán y Puebla capital comparten varias características. Se trata de tres ciudades que lo mismo atraen el turismo que negocios y actualmente comparten otra similitud: el hartazgo de los ciudadanos.
Guillermo Velázquez, Felipe Patjane y Claudia Rivera cumplieron un año al frente de sus presidencias municipales, llegaron, todos, con un fuerte respaldo ciudadano. El primero por la tradición pianista y los dos últimos por la inercia de la ola lopezobradorista.
Ninguno de los tres ha dado los resultados esperados. Un día sí y otro también los habitantes de estos tres municipios reclaman ante el incremento de la inseguridad, la falta de obras y claro, los yerros y deslices, como el caso del empresario que se casará el próximo mes, con su novia Paulina Vargas Sobrado, quien también cobra en la nómina del Ayuntamiento como directora de Cultura.
El gobernante de Tehuacán también ha enfrentado un problema sindical que le reventó en las manos con la reciente huelga.
La deuda municipal y la hacienda local son otro foco rojo que los habitantes y regidores, denuncian.
El enojo de los habitantes ha causado, entre otras cosas, que se pida la revocación del mandato de los alcaldes de Morena, como el de Acción Nacional. Tanto Felipe Patjane como Claudia Rivera pertenecen al mismo grupo que la mayoría de los diputados locales por lo que se podría intuir un cierto blindaje desde el Poder Legislativo; Velázquez por el contrario podría enfrentar la furia de un congreso donde la mayoría la representa el bloque de Juntos Haremos Historia.
Un comodato que huele mal
Uno de los sitios más emblemáticos durante el siglo XX fue el Mercado La Victoria. Fue el punto de reunión para hacer las grandes compras antes de que sugieran las modernas plazas comerciales, de hecho el proyecto inaugurado en 1914 se adelantó a su tiempo por el orden que había, y sobre todo la estructura de hierro fundido utilizada para sus columnas, el kiosko, y las jaulas de los puestos.
Sin embargo, está por detonarse un problema posiblemente con los representantes de la Fundación Amparo, quienes tienen en comodato hasta 2093 el edificio, y es que no se ha cumplido con las promesas de que en su interior se mantuviera un área gastronómica popular, y sobre todo que se fomentara la cultura.
Tras la muerte de Ángeles Espinosa Rugarcía hace 12 años, al parecer la fundación Amparo que ella presidía y creada por su padre Manuel Espinosa Yglesias ha visto más un negocio que el bien de los poblanos.
En su interior alberga a la tienda de ropa Suburbia, la más visitada y que suponemos que ha de pagar una millonaria renta, lo mismo que un Vips. A los ingresos habrá que sumar los miles de pesos mensuales por el alquiler de las jaulas, sin que esos recursos se vean reflejados en el inmueble, que era “prestado” para hacer un centro cultural.
Ahora que se ha dicho que hay que investigar a ex funcionarios por entregar el patrimonio de los poblanos, surge el nombre de Manuel Bartlett, ese personaje que les cedió por un siglo el negocio a los herederos de Manuel Espinosa.
Sería bueno que se transparentara el contrato de comodato, ver qué ganaban los poblanos dando ese regalo.