Uno de los personajes que lucía como uno de los hombres a seguir durante el sexenio de Miguel Barbosa sin duda era el secretario de gobernación, Fernando Manzanilla Prieto.
Su arribo a la cartera más importante del gabinete por ser la que maneja la política interna del estado obedeció a un hecho muy simple: era el proyecto político de Miguel Barbosa. Y así se lo hizo saber.
Hábilmente, Manzanilla hizo sentir a Barbosa que él era el hombre pensante, estable y articulado que su gobierno necesitaba y aunque de manera efímera, lo logró.
Una fue la principal condición que su nuevo jefe político le impuso a Manzanilla: primero hay que consolidar mi gobierno y después tu proyecto político.
Parecía muy clara y precisa la imperante condición. Sin embargo, esta simplemente no se cumplió, toda vez que fueron detectadas operaciones que más se inclinaban hacia los intereses de Manzanilla, que a las del gobierno del estado.
La escuela de Manzanilla es la misma que aplicó Moreno Valle en los tiempos de Melquiades Morales. Crear una red de operación política para amparar su proyecto, misma que se asimila a la que armó desde la Secretaría de Finanzas y Desarrollo Social, el grupo morenovallista.
Así las cosas, con el avance de las semanas, vinieron algunas instrucciones. Adelgazar la estructura de la Secretaría de Gobernación, limpiar de panistas y priistas a la misma dependencia, no involucrarse en la vida interna de los partidos políticos y culminar con el proceso de cancelación de patentes de las 29 notarías morenovallistas.
De acuerdo a la información que obra sobre el escritorio del gobernador, nada se cumplió. Al grado de que hasta la tarde del lunes, aún faltaban 15 de las 29 cancelaciones de patentes notariales por firmar.
No es casual que desde hace algunas semanas, quién en los hechos funge como el secretario de gobernación es David Méndez. Tampoco es casual que la rueda de prensa relacionada con las notarías canceladas la haya ofrecido el consejero jurídico Ricardo Velázquez y no Manzanilla.
Otros hechos que abrieron las distancias entre el gobernador y su secretario son los encuentros secretos que sostuvo este último con personajes como Eukid Castañón y José Juan Espinosa en los momentos más ríspidos con el gobierno estatal.
Otra mancha más al tigre se dio con sus amarres panistas con una golpeadora permanente de Barbosa cómo lo es Genoveva Huerta para hacer perder a Jesús Zaldívar en la municipal del PAN, además de los dichos de Pablo Rodríguez Regordosa quien aseveró ante panistas: “no nos equivoquemos, Manzanilla es uno de nosotros; el enemigo es Barbosa”.
Y para rematar, fueron detectados sus cabildeos con Carlos Morales, Liliana Luna, Uruviel González y Armando García Avendaño con el fin de buscar el control del congreso en un eventual escenario en el que no se cuente con la mayoría calificada para convertirse así en el “fiel de la balanza”.
Mucho se especula sobre los días contados de Manzanilla en el gabinete y aunque en su equipo cercano se asegura que está firme en el cargo, la realidad es que su permanencia o su salida es un tema que sólo compete al gobernador del estado.
¿Cuánto durará al frente de gobernación? Lo que diga Miguel Barbosa. Ni más, ni menos.