Mientras los defensores del partido lopezobradorista insisten en que la 4T es diferente, pura e inmaculada; los detractores reconocen en Morena los mismos vicios que tanto se le criticaron a los priistas y panistas, con un componente extra: el desencanto.
Le comento esto por el reciente escándalo del partido de López Obrador en Puebla. Resulta que Mario Bracamonte, quien fungía (ya no) como delegado estatal, presentó una denuncia en contra de María Isabel Lugo Chávez, quien era hasta hace un par de meses la secretaria de Finanzas del Comité Ejecutivo Estatal de Morena.
A Isabel Lugo la acusaron de haber desviado 30 millones de pesos. Sí, como usted lo leyó, no encuentran justificación en el gasto de 30 millones de pesos, de los más de 73 millones que Morena obtuvo este año por concepto de prerrogativas.
Lugo Chávez, como político de cualquier otro partido, aseguró que tiene las manos limpias, que esperará el veredicto de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena sobre el caso y hasta reviró las acusaciones.
Aseguró que la denuncia de Mario Bracamonte era una venganza personal porque fue ella quien le notificó que su tiempo como delegado en funciones en Puebla, había terminado.
Mientras los magistrados definen a quién darle la razón y de paso analizan dónde están esos 30 millones de pesos, Isabel Lugo fue separada de su cargo.
El canibalismo
El enojo por este presunto desfalco en Morena Puebla viene por dos vías. La primera, el mal uso del dinero que se les otorga y que pagamos todos los mexicanos. La segunda, que una vez más los políticos se comportan como animales de costumbres que insisten en beneficiarse económicamente cuando llegan a puestos clave en lugar de atender las necesidades de los ciudadanos.
En eso, por mucho que se empeñen en negarlo, son igualitos a los viejos priistas, a los acorazados panistas y a los rancios perredistas. No hay diferencias más allá de los colores y las siglas a las que cada político sirve.
Los militantes del partido que pregona el “no mentir, no robar y no traicionar” simplemente violaron sus principios y decidieron convertirse en la misma gata pero ahora revolcada.
El ADN de Morena incluye algo de activismo-social y de ideología de izquierda, como el de los perredistas, sin embargo los morenistas han resultado más bélicos y desaseados que los integrantes del sol azteca en su momento.
Y eso en gran parte se debe a que en el PRD no había nada que repartirse en Puebla, salvo una que otra presidencia municipal o alguna diputación plurinominal y las migajas que recibían como prerrogativas.
Digamos que los perredistas eran activistas “puros”, movidos por su ideología, pero ahora que en Morena hay un suculento botín se provocó un canibalismo brutal.
Entre los beneficiados de la ola lopezobradorista se están matando por el botín que comienza en la función pública federal, estatal o municipal, o quienes ya no alcanzaron hueso, se pelean con una voracidad desenfrenada por mantener un puesto en el partido.
El beneficio de la duda
Sin jugarle al abogado del diablo, debemos reconocer que existe la posibilidad de que Isabel Lugo realmente pueda comprobar hasta el último centavo y que efectivamente las fuertes acusaciones en su contra sean resultado del fuego amigo, en ese caso, Morena nuevamente nos demostraría que lo peor de las tribus perredistas, también está en el partido de AMLO.