En su afán por justificar y minimizar todos los problemas del país antes que atenderlos, Andrés Manuel demostró que él también se ha contagiado de esa enfermedad que podríamos llamar “aplanar la curva”.
Durante su mañanera, el presidente presumió que en 2019 se logró “aplanar la curva” de los homicidios. Lo que AMLO, al igual que Hugo López-Gatell, no dijo es que se logró contener el número de muertes violentas en lo más alto de la estadística.
Para el presidente, es de celebrar que en 2019 se registraran 24 homicidios menos que en 2018 porque aunque la reducción es “muy poquito… se rompió la tendencia al alza”. Sin embargo, los mexicanos que apostaron por terminar con las masacres, balaceras, levantones, ejecutados y en general por vivir en un México más pacífico no podrán percibir esta reducción.
Segundos después repitió su discurso triunfal: “Hubo menos homicidios en el 2019 que en el 2018 y la tendencia, para que se tengan más elementos sobre esto, el Inegi dará a conocer los datos, no en general sino en este caso. Se hacen estudios de carpetas de investigación y en este caso no hay cifra negra”.
Decir que en el registro de homicidios no hay cifra negra es nuevamente, ocultar el polvo bajo la cama. Para nadie es un secreto que muchas de las personas que hoy están desaparecidas ya duermen el sueño de los justos. Las fosas clandestinas, como la que esta semana se encontró en Guanajuato, guardan decenas, centenas, miles de cuerpos que no están incluidos en las cifras oficiales de homicidios.
Así que sí, en este caso López Obrador también tiene otros datos y aunque intente convencernos de que su verdad es la única, la realidad sigue golpeándole el rostro un día sí y otro también.
Y ni que decir sobre citar al INEGI como fuente. Es verdad que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía cuenta con personal altamente calificado para realizar este o cualquier otro conteo, sin embargo sorprende que un día lo desacredite, le reduzca personal, amenace con desaparecerlo y al otro lo ponga como una fuente de consulta oficial.
Otro cambio en el gabinete
Casi al cierre de esta columna se confirmó la llegada de Amanda Gómez Nava, como titular de la Secretaría de la Función Pública (SFP), es decir que ante los nulos resultados de Olivia Villaseñor Rosales, ésta fue removida de su cargo.
Si bien se aplaude que el gobernador, Miguel Barbosa, exija resultados a sus colaboradores, no deja de llamar la atención la elevada rotación en el gabinete del mandatario.
El boletín de prensa que informa sobre la experiencia laboral de Gómez Nava, omitió explicar por qué Olivia Villaseñor fue relevada de su cargo.
Villaseñor Rosales llegó a la dependencia estatal luego de la destitución de Karen Berlanga Valdés, el 27 de septiembre de 2019 y fue ratificada en el cargo el 27 de noviembre de ese mismo año por diputados locales, es decir, que no cumplió ni el año al frente de la Función Pública.