Al igual que su esposo, Beatriz Gutiérrez Müller comienza a dar síntomas de esa enfermedad que aqueja a los políticos en cuanto se suben a un ladrillo.
La no-primera dama de México insiste en desperdiciar los recursos de la nación en temas banales, mientras las necesidades reales como la dotación de medicamentos y la reactivación económica son las prioridades de los mortales.
La mujer con apellidos de descendencia española y alemana insiste en el absurdo discurso de su marido sobre la necesidad de que los actuales líderes del Vaticano y España rueguen un perdón que en nada servirá a los mexicanos.
Más allá de darle paz al ego de Andrés Manuel López Obrador, una absurda disculpa del presidente de España, de los reyes de Castilla y Aragón —Isabel y Fernando resucitados— o del mismísimo Papa Francisco, de nada servirá a los mexicanos, por el contrario, pelearnos con ambos Estados en estos momentos, no parece lo más sensato.
Es absurdo juzgar con los ojos del hoy, acciones que pasaron hace 500 años.
Sobre el maltrato a los nativos, habría que ver si por simple descendencia, como resultado de ese mestizaje, fuésemos los mexicanos quienes debiéramos ofrecer y recibir esos perdones. Tampoco podemos obviar que los conquistadores se llevaron el oro, la plata y muchas de nuestras riquezas, pero en esa evolución y transformación de las sociedades y los estados, hoy no existe nadie a quién reclamar absolutamente nada.
La actual España nada tiene que ver con el reino de Castilla que sufragó los viajes de Colón y mucho menos con las expediciones de Cortés y otros más.
Y peor aún, muchos de esos conquistadores, son los antecesores de quienes hoy somos mexicanos, con más piquete hispano que azteca.
Las disculpas que pretenden no nos regresarán ni la dignidad de nuestros pueblos originarios ni los metales preciosos que en barcos viajaron del nuevo al viejo continente.
No nos devolverán la religión e idioma para regresar a los tiempos anteriores a la llegada de las carabelas.
Si la idea de la pareja que vive en Palacio Nacional es darle a nuestro país un lugar digno ante las demás naciones bien podrían comenzar por cuidar los discursos de AMLO en las cumbres de líderes, en donde hemos hecho soberanos ridículos por hablar de propuestas como Sembrando Vida o “la rifa que no fue rifa pero que podría ser venta”, del avión presidencial.
Y por último, habría que preguntarle a doña Beatriz, en qué bando se ubica ella cuando exige esos perdones, ¿en el de los ibéricos Gutiérrez? ¿en el de los teutones Müller? Porque no veo ni Xocoyotzins ni Ilhuicaminas por ninguna parte de los mártires de la 4T.
Y Saúl Huerta reaparecerá
El caso de Saúl Huerta que Morena desearía enterrar y borrar de la historia tendrá repercusiones el 6 de junio.
Aunque el diputado que buscaba la reelección ya hizo oficial su renuncia a la candidatura, su nombre y rostro, junto al logo de Morena aparecerá en las boletas electorales.
Todas y todos los votantes del sur de la ciudad de Puebla verán en su boleta la cara del sujeto que está acusado por abuso sexual de menores y violación equiparada por una cuestión de logística.
El INE explicó que las boletas se mandaron a imprimir desde la primera quincena de abril pero el escándalo que a billetazos quiso callar Saúl Huerta, se detonó a finales del mes pasado.
Así que quien supla a Huerta Corona se sacará la rifa del tigre, pues si bien la marca de Morena puede sumarle, ver en la boleta el nombre de un agresor sexual de adolescentes, sin duda le restará muchos puntos.
Lo dicho, Saúl Huerta seguirá dañando a su partido aunque él insista en que las acusaciones en su contra, por al menos seis jovencitos, sean falsas y sólo busquen extorsionarlo.
¿Cuántos casos más de abuso conoceremos antes del día de la elección?
Y por más absurdo que parezca, su nombre aparecerá en la boleta, pero en lugar de agregar un letrero de “Se busca”, lo que dirá es: “Vota por Saúl”.
Son cosas que sólo pasan en este México cuatrotero.
Ni más, ni menos.