Son casi 28 años de la última edición del Triatlón de Alchichica, a pesar de ser una práctica en solitario, el competidor no está solo, y eso lo comprobé cuando los hermanos Palma, así como los Loma Purata, me abastecían con líquidos y chocolate, pero al terminar también recuerdo la emoción de recibir un trofeo por el simple hecho de concluir, y fue el gran Rafael Arturo Velázquez Mastretta, quien me lo entregó.
El competidor sabe que cada competencia es diferente, pero hay enseñanzas, y en 1994 ya tenía un acervo de tres años entrenando sistemáticamente, cinco días a la semana, de lunes a viernes, tenía la rutina, y cómo lo he señalado, está la importancia de la constancia.
Esa fortaleza, ese acervo, ese cúmulo de entrenamientos cotidianos, lograron que pudiera enfrentar en diciembre de ese año, nuevamente el Triatlón de Alchichica en esa última edición que llegara a Puebla.
En la primera hice ocho horas con quince minutos, y en la última, siete horas treinta y dos, entonces esa constancia ayuda a tener mejor salud. Condición física, enfrentar retos más fuertes, y se tiene el conocimiento de lo que se debe enfrentar en el agua, refiriéndome a la frialdad, pero ya hay una experiencia y el organismo reacciona, me permitió bajar casi 45 minutos.
En ésta práctica de nadar en aguas heladas se requieren más de 45 minutos para poder comenzar a enfrentar una hipotermia, así que si se nada ese tiempo sin protección tal vez pase nada, aunque lo que demanda es mucha energía,
Ya con la experiencia se conoce el camino de regreso, es la cuarta vez que se recorre la carretera de Tepeyahualco hacia Puebla, mentalmente preparado, y se tiene un equipo de apoyo, en mi caso eran los hermanos Palma, quienes me daban principalmente chocolate, ellos me siguieron todo el recorrido.
Llegando a Puebla comenzaba a correr por el circuito Esteban de Antuñano, que tiene subidas y bajadas, para llegar al entonces Mesón del Ángel, recorriendo 21 kilómetros, en sí era medio maratón.
Hoy recuerdo que el esfuerzo es brutal, y aunque se tiene la experiencia, y horas de entrenamiento, se sabe que se puede dar más de ti, y representa una exigencia superior.
Mi primera participación, el objetivo era terminar, mientras que después era terminar mejor.
Ese reto me lo fui fijando para que aún, sin estar entre los tres primeros lugares, supiera que había cumplido una de mis metas.
Insisto, uno no puede olvidar al equipo que me apoyó como los hermanos Lomas Purata, Palma que me apoyaron en el recorrido.
Recuerdo a Rafael Arturo Velázquez Mastretta, quien se tomó la molestia de darme un trofeo por finalizar ese triatlón que es un detalle que nadie más tuvo, sólo había recibido uno cuando llegué en tercer lugar en el Triatlón de Tehuacán, así que lo único que puedo decir, es “Gracias Rafa”.