Al acercarse los momentos más críticos de la crisis hídrica que vive la zona metropolitana de Nuevo León, en plena canícula, salen propuestas propias de una sobremesa con hartas Carta Blanca. Como la solicitud presidencial a empresas refresqueras y cerveceras de parar producción y aportar sus cuotas de agua para atender a la población.
Hay que recordar que la industria cervecera mexicana –en manos de capitales extranjeros– vive momentos de auge con las mayores ventas de su historia, mil doscientos millones de litros. Parar esta actividad sería un caos para la balanza agroalimentaria, único indicador que el gobierno federal presume ante la zozobra nacional. Tan solo la cerveza genera 1 de cada 9 dólares exportados, equivalente a dos tercios del menguante superávit agroalimentario.
En Nuevo León, la industria en su totalidad, apenas usa cuatro por ciento de toda el agua, con la agricultura llevándose el setenta por ciento. Pero tener el diagnóstico adecuado no es señal de mejores ideas.
Vea, por el otro lado, al emecista gobernador nuevoleonés, Samuel García, quien burdamente anunció el plan de mover parte del afluente del río Ramos, en los citrícolas municipios rurales de Allende y Montemorelos, para abastecer las necesidades urbanas. Los habitantes de dichos municipios incendiaron las tuberías de PVC a manera de protesta este fin de semana.
Al presidente se le podrá tildar de lo que quiera, pero tonto no es. Lo que busca hacer es desviar la atención de dos focos rojos. Uno, el consumo infame de agua de la refinería de PEMEX de Cadereyta, la planta industrial más ineficiente y contaminante al norte del país. Y dos, el desacato de su mayoría legislativa para aprobar la nueva Ley General de Aguas, mandatada por la Suprema Corte y ya analizada en este espacio.
Como lo hemos dicho en esta columna, la única solución inmediata al agua es eficientar el campo mexicano, donde 6 de cada 10 litros usados jamás llegan a regar ningún cultivo. Pero para hacer eso, además de saberle, hay que quererle, y eso ya es mucho pedir.
Regalazo de cumpleaños para la secretaria Albores
La titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, María Luisa Albores González, quien cumplió años a inicio de la semana, recibió su mejor regalo de cumpleaños por parte del Consejo de Seguridad Nacional. El inusual regalo vino al determinar que el proyecto del Tren Maya es de seguridad nacional, lo que evitaría los juicios de amparo que han detenido la construcción, ante temores de devastaciones medioambientales.
Uno de los principales cuellos de botella ha sido el Tramo 5 –que va de Tulum a Playa del Carmen– y las manifestaciones de impacto ambiental. Las manifestaciones, necesarias para iniciar la obra, fueron realizadas a modo por diversos funcionarios y órganos genuflexos del gobierno –y a medias– tras la renuncia masiva en mayo de diversos directivos de la dependencia, originalmente encargados de elaborar estos estudios.
En esta operación se observa inmediatamente la mano del colmilludo secretario de Gobernación federal Adán Augusto López. A través de su dependencia y Seguridad Pública, que entre él y las fuerzas castrenses tienen arrebatada de la invisible Rosa Icela Rodríguez, se determinó en la sesión de la semana pasada del Consejo de Seguridad Nacional que la obra ahora está bajo la responsabilidad de dichas secretarías, al ser de seguridad nacional.
La mancuerna se cierra entre tabasqueños con Javier May Rodríguez, titular del Fondo Nacional de Fomento al Turismo (FONATUR), y encargado de la obra tras la defenestración de Rogelio Jiménez Pons.
May tuvo severos roces con Albores durante sus ciclos en Bienestar, donde manejó el programa de Sembrando Vida con pésimos resultados, en la meta de sembrar mil millones de plantas anualmente. Ahora, desatado e intentando matizar la deforestación para el Tren Maya, May presume que tan solo en el sureste se han sembrado 500 millones de árboles. Regalazo para la secretaria Albores poderse desentender de tales dislates.