Robar del presupuesto público debería levantar indignación por igual. Sin embargo, existen áreas que suelen ser más sensibles para la opinión popular. Por ejemplo, el dinero presupuestado para atender las necesidades más básicas de la población: salud y alimentación.
Así, el fraude al órgano de gobierno a cargo de asegurar el abasto popular de los grupos más vulnerables, Seguridad Alimentaria Mexicana (SEGALMEX), ¡que ya va para diez mil millones de pesos!, hace especial mella en la honestidad de este gobierno.
No nos debería de sorprender el cinismo, la rapiña se ha cebado con las clases más desfavorecidas desde siempre.
Recuerde que CONASUPO, la antecesora de SEGALMEX, se vio envuelta en los más rocambolescos fraudes. Por allá de finales de los 80’s, como muestra, la paraestatal compró más de 28 mil toneladas de leche en polvo de Irlanda con contaminación radioactiva, esto como resultado del incidente de Chernóbil en Ucrania. Gracias al valiente embajador de México en Brasil, Antonio Gonzáles, esto se supo, ya que reconoció que el propio Brasil rechazó la compra, pero pareció un gran negocio en nuestro país.
Otro gran negocio, ahora en tiempo presente, fue usar 100 millones de pesos de SEGALMEX para jugar en la bolsa de valores, especulando que subirían los certificados bursátiles y se podrían embolsar las jugosas ganancias.
Esta acción fue realizada por el extitular de la Unidad de Administración y Finanzas de la paraestatal, René Gavira Segreste, a orden expresa y firmada de su jefe, el extitular de SEGALMEX, Ignacio Ovalle.
La fiscalía ha ignorado todos los otros montos, crímenes y posibles implicados para centrar las baterías en lo que parece ser el chivo expiatorio de Ovalle, amigo íntimo del presidente y quien lo introdujo a las grandes ligas del gobierno federal.
Gavira, que tonto no es, ha buscado ya dos amparos sin éxito. Se espera que busque cualquier resquicio para amarrarse a un consentido de Palacio Nacional y evitar caer solo. Tener un documento firmado por su jefe no sirvió de mucho, el juez le recriminó que no toda orden superior debe ser acatada, especialmente si es ilegal. Que no le vengan con eso de que la ley es la ley.
El Instituto Nacional de Transparencia (INAI) anunció hace algunas semanas que se debe hacer público el dictamen de la leche radioactiva… 35 años después del hecho. ¿Pasará algo parecido con el desfalco de SEGALMEX, o las cosas se moverán expeditas en esta cuarta transformación?
Moviendo 20 millones de toneladas
Vivir el impacto del COVID y la guerra en Ucrania nos ha permitido como sociedad ver y entender lo que significa hallarnos en un mundo globalizado. Cualquiera que haya ido a comprar cualquier alimento en los últimos meses habrá sido testigo de los efectos de un mercado interconectado. Dada esta importancia es que hemos dado seguimiento en este espacio a los entuertos por los que pasan los granos ucranianos para alimentar el mundo.
Por eso celebrábamos hace apenas una semana que el primer cargamento de granos saliera de Ucrania a Líbano con 26 mil toneladas de maíz. Así, no deja de ser chusco que el envío fuera rechazado por el comprador final al “no cumplirse los términos del contrato”, y es que tardó cinco meses de más de lo estipulado. Ya sabe, por eso de estar el país origen en guerra.
Con los altísimos precios en alimentos básicos se espera que la carga encuentre rápidamente comprador, pareciera que en Turquía. Además, de una semana a hoy, más de diez barcos ya han partido por el Mar Negro, por lo que se espera un paulatino descenso de los costos asociados a esta escasez de oferta; falta arreglar las cadenas logísticas, los precios de fertilizantes y semillas, y la falta de agua, pero ahí vamos. Y es que, aunque Kiev esté a casi 11 mil kilómetros de Chalchicomula de Sesma, nuestro mundo es un pañuelo.