Mal y de malas la andan pasando los carnales voceadores, luego que cada vez más están siendo venadeados por funcionarios del Charlie Hall, pa’ que terminen de enterrar las ya tradicionales casetas pa’ la venta de los periódicos.
Al igual que los globeros y boleadores, la banda que se ha dedicado por más de ochenta añotes a informar de boca en boca a los poblanos, está a un pelo de rana calva, de ser cepillados del Centro Histórico, dizque pa’ verse más chingón y libres las banquetas.
Y es que por más que los chambeadores andan buscando diálogo con la alcaldía, se han topado con una verdadera pared, pos ni el secre de Gobernación, Jorge Cruz Lepe, ni los trogloditas a su cargo, entienden de razones y menos de la historia que representa el gremio de voceadores.
Así merito me la cantó mi chismoso del rotativo, quien jura y perjura, que los carnales del Sindicato, Unión y Sociedad de voceadores camoteros, no dejan de pedir al Charlie Hall un míni de madre pa’ no trasquilarlos de su única fuente de trabajo.
Eso sí, no dejan de hacerles la cansada, pos en cada intento la mentada Segom les pondría puros “cuatros”, pa’ que desistan y terminen doblando las manos.
Y si no fuera suficiente, pos también a cada intento de propuesta de los voceadores, se topan con rotundas negativas del Yorch Cruz.
Pa’ muestra un botón, pos ahí está en la mesa que chambeadores se hagan cargo de poner al tiro las casetas con su propio varo, sin que le cueste al Charlie Hall, o de plano volverlas parte de un programa de remodelación en el Centro Histórico.
Pa' acabarla de chiflar, desde Desarrollo Urbano también los traen bien marcados exigiendo documento fantasma que, pos en tantos años, ni siquiera era necesario, como los permisos de usos de suelo pa’ mantener las casetas en pie.
Los inspectores se la rayan con harto papelito pa’ responsables de obras y visitas, hasta con croquis, citatorios y actas, como no queriendo la cosa pa’ amedrentar a los carnales voceadores.
Ni que fueran construcciones o edificios bien picudos.
Y es que pa’ los voceadores una cosa queda clara, que por más intentos que hagan, a rajatabla los tienen como el mentado dicho de “a palabras necias, oídos sordos”.
Tanta exclusión los tiene hasta la máuser, por lo que están a nada de lanzarse a las calles y defender a gritos la chamba que les ha dado de comer.
O qué, ¿nomás por vivir de la tinta su voz vale menos de aquellos que visten de corbata y zapatitos de charol?