El trabajo periodístico de la talentosa cubano-mexicana Peniley Ramírez propuso una verdad escalofriante de Ayotzinapa. El destino final de sus cuerpos, de ser esta verdad cierta, y con todo respeto, no se reserva ni para animales de consumo que tengan alguna enfermedad de consideración. Más allá de la descomposición social que este evento representa, los nuevos implicados cruzan todos los escenarios.
Uno de ellos quien fuera titular por tres años de la Oficina de Investigación del Caso Iguala, Alfredo Higuera Bernal. Ahora funge como subprocurador de la Fiscalía Especializada en Materia de Delincuencia Organizada (FEMDO), lo que antes SEIDO. Esto significa que llevará el caso de anormalidades en Segalmex –lo que era CONASUPO– por más de 8 mil millones de pesos.
Quien es hermano del fiscal de Puebla –Gilberto, bajo los mismos apellidos– está en franca competencia contra el subsecretario de seguridad y consentido de Palacio Nacional, Ricardo Mejía Berdeja, para suceder a Gertz Manero.
El caso SEGALMEX cruza por el íntimo amigo del presidente, Ignacio Ovalle, por lo que los resultados dirán mucho de una investigación que tiene, por ejemplo, la compra fantasma de 25 mil toneladas de azúcar por casi quinientos millones de pesos.
Tortillas
Se acerca el fin del año y con ello las estadísticas de gobierno comienzan a compilarse. Uno de los indicadores más relevantes para esta administración federal es el índice de precios al consumidor, lo que conocemos como la canasta básica. Ésta, de abril a inicios de septiembre, subió cien pesos, ya le está pegando a los $1,150. El indicador crece casi al nueve, cada punto porcentual del índice produce entre uno y medio a dos millones de pobres.
En nuestro país cualquier programa de contención de precios populares parte de un lugar común: que no suba la tortilla. Tan solo en tres años a nivel nacional se incrementado un cincuenta por ciento, de alarido.
El presidente López Obrador manoteó hace un par de semanas una persecución fiscal contra los grandes actores tortilleros del país. Los harineros y las cadenas de supermercados. Maseca, por un lado, y Chedraui, Walmart y Soriana por el otro, que controlan un ochenta por ciento de sus respectivos mercados.
Apenas el miércoles pasado prefirió sentarse con los involucrados. De Maseca –de la onceava familia más rica de México con los González Moreno– pudo obtener una promesa de congelar los precios al menos medio año. Claro, los costos ya fueron ajustados el semestre pasado y los precios mundiales de granos comienzan a estabilizarse.
Con los supermercados la tiene más difícil. El presidente sabe que son competencia desleal al vender tortillas por debajo del costo, siendo gancho para el resto del mandado, pero su poder es demasiado amplio para emprender mayores acciones. En la reunión también estuvieron, entre otros, los oligarcas porcícolas, avícolas y atuneros, pero no se movieron las cosas como quisiera el presidente. De lo perdido, lo encontrado.