En el orden jurídico poblano contamos con un capítulo sobre el libre desarrollo de la personalidad y la identidad de género. En esta sección existen temas que no admiten discusión como la trata de personas, delitos contra la intimidad sexual o pornografía de menores.
No obstante, existe un controversial apartado de ultrajes a la moral pública. ¿Qué es una exhibición obscena, qué es un objeto lascivo?
Con esta ley, por ejemplo, se ha refundido a personas que se masturbaban en el transporte público, pero, ¿aplicaría igual para unos adolescentes fajando en un parque o alguna pareja echando pasión en los Fuertes? ¿Y si usted saliera mañana en traje de Adán y Eva o decidiera emparejar su bronceado desnudo en su techo?
Una ley que monitorea la moral pública siempre tendrá amplios márgenes de interpretación. Pero podemos tener una mujer semidesnuda en espectaculares en el Periférico y nadie pestañea; ese es el poder del arte.
El arte es tremendamente subjetivo, no solo en su apreciación, pero en su valuación. Esto lo vemos en el inmenso valor del mercado global con más de 70 mil millones de dólares al año. Especialmente en lo que podemos definir como arte en nuestra época.
En estos tiempos modernos habrá oído escuchar –o no– del arte digital NFT, basado en criptomonedas y blockchain. No se preocupe si no entiende o reconoce estas tecnologías, el mercado tampoco. De 2022 a 2023 el arte –que eran puras imágenes rascuaches– se desplomó 87%. Realmente nadie entiende lo que son las criptomonedas, aunque no por nada el arte es un reflejo de la sociedad.
¿Algo digital puede ser arte? Le puedes dar “copy/paste” y replicarlo infinitamente, lo que indica que la escasez puede no ser lo que define su valor. Y cuando una inteligencia artificial puede crearte composiciones artísticas en instantes, las dudas son aún mayores.
Eso sí, las obras de finas artes –las tradicionales, pues– siguen valuándose con varios ceros, por lo que son grandes inversiones. Ahora, comprar un Picasso o un Monet es para obscenos millonarios, pero la tecnología entra al rescate.
Existen opciones para comprar participativamente obras de arte y especular con sus precios, como la plataforma Masterworks. Por algunos cuantos dólares usted podrá ser dueño de un Rothko o un Warhol (realmente una fraccioncita de ellos) y apostar a que se incremente su valor.
La apuesta no parece tan arriesgada. En el 2021 el oro se apreció tres por ciento, el arte contemporáneo trece; con algunos artistas llegando a apreciarse más de 50 veces su valor inicial.
Como apreciación por lo hermoso. Como expresión de la modernidad. Como objeto de inversión. Al final usted, el público y el mercado deciden cual es el futuro del arte.
Por cierto, la mujer semidesnuda que engalana partes de la ciudad –Periférico incluido– es la Maddalena Discinta, obra que representa la exposición “Leonardo Da Vinci y sus seguidores”, misma que estará hasta junio en el Carolino de la BUAP. Sin duda todo buen arte es una indiscreción.