El mundo avanza con un ritmo donde hay pasos que parecen maratones completos. Ya sea en descubrimientos o redescubrimientos de viejas tecnologías. La semana pasada le comentaba sobre una molécula diseñada para tratar pacientes diabéticos, con el efecto secundario de reducir el apetito. Por esto, es usada para tratamientos de pérdida de peso, aunque todo de manera semi experimental. Al no ser diseñada expresamente para esto existen dudas sobre sus efectos a futuro.

Aún así, esto no ha sido impedimento para que el gobierno del Reino Unido haya comenzado un ensayo de casi dos mil millones de pesos para intentar adelgazar a 35 mil británicos a base de inyecciones.

La obesidad es el resultado de una serie de factores interrelacionados: alimentación desequilibrada, falta de actividad física, estrés y condiciones socioeconómicas. Pero el problema les cuesta a los británicos al año 13 billones de pesos, dinero que bien podría destinarse a otras necesidades nacionales.

En México se han dado pasos importantes para regular el etiquetado y publicidad de alimentos chatarras, con resultados francamente nulos. Pese al empoderamiento del consumidor con información nutricional. ¿Valdría mejor cobrarles un impuestazo a las empresas de comida chatarra y mejor subvencionar un programa nacional con semaglutida? La obesidad nos cuesta 2.1% del producto interno bruto, chance y vale la pena pensar fuera de la caja.

Los grandes avances no solamente sirven para buscar elevar la calidad de vida de la humanidad, también están presentes en aspectos más banales de la sociedad. Como los conciertos de Taylor Swift.

Esta híper popular cantante norteamericana ha sacudido las vidas de sus fanáticos al anunciar una serie de conciertos, con una importante gira por Latinoamérica. México está por supuesto en la lista, con cuatro eventos en el Foro Sol que prometen hacer vibrar a los swifties nacionales. Nombre con el que gustan ser reconocidos los fanáticos de la cantante y figura cultural contemporánea.

La serie de conciertos –el tour “Eras”– ya lleva varias fechas por Estados Unidos. Allá, ha destacado no solo la voz de la cantante, pero el show que se genera gracias a la misma tecnología que usa un control de televisión.

En muchos conciertos habrá visto pulseras luminosas que prenden y apagan para crear brillantes patrones en las butacas. Estas pulseras típicamente se programaban previamente de acuerdo al asiento o sección, por lo que podían verse reducidas las posibilidades artísticas.

No con Pixmob, empresa que ha logrado crear un ambiente cautivador y lleno de energía en los conciertos, permitiendo a los asistentes sentirse inmersos en un mar de luces interactivas e intimidad con Taylor. Los brazaletes tienen un receptor que recoge una señal enviada con señales infrarrojas desde una parte alta del concierto, mandando indicaciones para los diseños más coloridos que pueda imaginar. La misma tecnología usada la encontrará en controles de televisión o en satélites espías que detectan lanzamientos de misiles. Mejor diseñar para el ocio y diversión.