En agosto del año pasado la señora Karina Contreras recibió vía whatsapp un mensaje de “El Comandante Pecha” para discutir una falta de pago. Para mayores referencias, la señora es una comerciante de pollo en Toluca, Pecha un recolector de cuotas.
El Comandante le llamaba «el IVA para su empresa». La cuota era de tres pesos por kilo de pollo, para la señora dos, por ser proveedora. La empresa, La Familia Michoacana.
La señora Contreras se negó a pagar, por lo que meses después la organización criminal le secuestró a cuatro trabajadores de la bodega frigorífica de pollo donde trabajaban. A la fecha los obreros siguen con el estatus de desaparecidos.
Un mes antes de esta agresión, en el mismo Estado de México, 16 trabajadores de un rastro fueron secuestrados al realizar un cobro de piso. Afortunadamente todos ya están libres.
El segundo martes del año en Taxco, Guerrero, un sicario entró a la Carnicería AMAI para dispararle a bocajarro al dueño del establecimiento y rematarlo en el suelo al negarse a pagar la extorsión en turno.
El mecanismo de control es brutal, pues el crimen organizado controla el rastro local, lo que les permite saber quién compra y cuánto. O si no les compran a ellos.
Apenas antier se liberaron a 7 de los pobladores secuestrados en Texcaltitlán por la misma Familia Michoacana tras una llamada anónima a la fiscalía local. Si se llega a perder en el atlas de horrores nacionales, Texcaltitlán fue aquel enfrentamiento de un pueblo contra los narcos que llegaron a cobrarles piso por sembrar habas y avena. 14 muertos.
Ayer, un comandante del Ejército Mexicano asumió el rol como Mando Especial en el mismo municipio del EDOMEX al ser una “zona de condiciones complejas de seguridad”. Además de los liberados (donde había niños de 1 y 4 años) quedan otras siete personas secuestradas por el crimen organizado.
Lo de organizado no es un adjetivo usado ligeramente. El crimen se ha organizado a la manera paralela de un gobierno. Brutal y asesino, pero un gobierno que cobra impuestos y provee cierta "seguridad”.
Para estas fechas el kilo de limón en los empaques de Michoacán anda en los bajos, por ahí de los 6 pesos. Al crimen organizado se le pagan $2 en el empaque como cuota. Y $2 en las carreteras para circular. ¿Se queja del ISR?
¿Se queja de lo voraz del SAT? Ahora el crimen organizado cobra multas por atrasos o declaraciones falsas, “multas” que alcanzan los varios millones. En Apatzingán ese crimen son Los Viagras, que ya han cerrado media docena de procesadoras, empaques y demás empresas relacionadas al limón.
Siete de cada diez maderas mexicanas provienen de la tala ilegal, íntimamente relacionada con el crimen organizado. El aprovechamiento de litorales se encuentra ligada con la extracción ilegal de especies y su tráfico internacional.
En los agostaderos de la patria el crimen organizado se ha entrelazado, como maleza maldita que se enreda en la cosecha, pudriendo el quehacer agropecuario mexicano. Las extorsiones, como susurros sibilinos, se cuelan entre surcos y corrales, quebrando la confianza, más frágil que la piel de un membrillo, ante la falta de un estado de derecho nacional que lo mismo asola plantíos que ciudades. Debemos gobernarnos a nosotros mismos o sucumbiremos.