Las nuevas obras de la Vía Atlixcáyotl y la eliminación de las vueltas a la izquierda terminaron por ser una decisión acertada para la movilidad en la zona.
Quienes utilizamos esa avenida somos testigos de cómo se redujeron notablemente los tiempos de traslado desde la caseta de Atlixco hasta la incorporación con el Circuito Juan Pablo II o la zona de los Centros Comerciales.
El pasado fin de semana y muy probablemente en los días que están por venir, se observó un severo congestionamiento que afectó a los visitantes de Solesta, el Parque Sendela y en general a quienes tuvieran que pasar por Osa Mayor.
La situación que revivió el conflicto real que padece toda esa área colindante con los centros comerciales y que dicho sea de paso, es de las de mayor plusvalía en la zona metropolitana e incluso del sureste mexicano.
En general, el territorio que converge con la Vía Atlixcáyotl ha resultado un gran negocio para funcionarios. Las plazas comerciales, los restaurantes, hoteles, bares, antros, hospitales, las oficinas, universidades y hasta las torres residenciales, se suman a la desmedida construcción de casas en Lomas de Angelópolis.
Y este desbordamiento no es responsabilidad de una sola administración. Es la suma de muchos gobiernos pasados que han ido autorizando poco a poco la construcción de todos estos espacios que aglomeran gente y que requieren de servicios.
La saturación se acentúa con las etapas y secciones que los desarrolladores continúan multiplicando sin tener la garantía de vialidades que permitan una adecuada movilidad entre sus compradores.
Y en este primer problema encontramos a muchos responsables, desde alcaldes de San Andrés, Ocoyucan y Puebla, hasta gobernadores, secretarios y directores.
Esos sellos o firmas que permiten los nuevos asentamientos han sido resultado, en muchos casos, de prebendas y corruptelas.
La instalación de negocios, plazas, tiendas ancla y oficinas también ha corrido la misma suerte. En estos casos, los estacionamientos, aunque sean subterráneos o cuenten con varios pisos no logran dar abasto a la cantidad de visitantes.
Ahora mismo existen muchos permisos para que, pese a la saturación, se edifiquen nuevas construcciones sin un respeto real a la carta urbana o el desarrollo ordenado.
De ahí que la idea de que un par de distribuidores viales no podrán resolver el embudo ni el tráfico que se genera en la zona cuando las plazas comerciales se convierten en puntos de concentración masiva.
Angelópolis requiere una intervención real, que comience por no permitir la llegada de más constructoras a la zona y después por evaluar cuáles de las construcciones actuales sí cuentan con las amenidades necesarias.
Ya se dijo, hoy por hoy, circulan más vehículos diariamente en la Atlixcáyotl que en el acceso a Puebla desde la autopista.
¿Las nuevas autoridades estarán dispuestas a “sacrificar” los “moches” y definitivamente negar permisos de construcción o sucumbirán?
Veremos y diremos.