Condenados a padecer eternamente gobiernos populistas, los poblanos hemos sido mudos testigos de todo tipo de eventos, destinados a cacarear las acciones de gobierno.
Históricamente nuestros gobernantes han convertido en un auténtico circo los banderazos de obras, los actos de entrega de cheques, las inauguraciones de cualquier inmueble gubernamental, el arranque de campañas de salud, el equipamiento de escuelas y un larguísimo etcétera.
Lo hizo Melquiades Morales, también Mario Marín y ahora lo repite el gobernador Rafael Moreno Valle, como si fuera un asunto de carácter obligatorio.
Por increíble que parezca, se han dado casos de entrega de apoyos cuyo monto es menor del costo de estas absurdas y ridículas ceremonias.
La nula cultura política de nuestra gente los hace creer que las acciones de gobierno deben ser motivo de agradecimiento eterno hacia la figura del gobernador.
En una especia de recopilación de las exageraciones de otras administraciones, el morenovallismo ha perfeccionado estos eventos llevándolos a niveles francamente absurdos.
Aunque usted no lo crea, han llegado a dar banderazos por cada etapa de una misma obra, al igual que han inaugurado aulas y se han hecho ceremonias con el más mínimo de los pretextos.
Partiendo de la constante oposición del gobierno morenovallista para rendir cuentas, se puede hacer un cálculo aproximado de lo que cuestan este tipo de ceremonias.
Vayan echándole lápiz. Sumen el costo de las carpas, sillas, templete, lonas publicitarias, sonido, grupo musical, transporte, comida, personal y —por supuesto— el uso del helicóptero para que asista el señor gobernador.
Quienes han asistido a uno de estos eventos, se han percatado de que no existen las carencias y que lo único importante es que luzca el bondadoso gobernante que cumple así con su palabra.
En el colmo de los absurdos, han hecho viajar a mujeres de todos los rincones del estado a la capital para la entrega de un chequezote de míseros mil pesos del crédito a la palabra.
Tal y como ayer lo comenté, pareciera que para el gobernador lo de menos es poner el huevo, lo importante es cacarearlo.
Lamentablemente, estas ceremonias sólo se realizan en los países tercermundistas, nunca en los desarrollados, por una simple y sencilla razón: que los ciudadanos les exigen que se olviden del circo y que se pongan a trabajar.
Ojalá y algún día nos podamos liberar de estas absurdas prácticas, las cuales parecen no tener fin.
La necedad de Ardelio
Desde el inicio de la administración, el secretario de Seguridad Pública, Ardelio Vargas, mostró el tamaño de su ambición de poder, al convencer al gobernador de quitarle los policías al municipio de Puebla.
En este caso en concreto, hay que decir que a un año de gestión Ardelio Vargas no ha sido capaz de mantener el estado en calma, y por el contrario se ha visto en la necesidad de reconocer la presencia del crimen organizado en Puebla y hasta ha confesado sus actos represores.
Para su mala fortuna, el titular de la Secretaría de Seguridad Pública no puede asegurar que en sus manos la Policía dará mayores garantías de seguridad, cuando el estado vive un creciente índice de criminalidad.
Además, si recordamos, los policías que le quitó Vargas Fosado a la administración de Eduardo Rivera no los asignaron a tareas de seguridad en el sector metropolitano, sino que en su mayoría fueron trasladados al interior del estado dejando en estado de indefensión a la capital poblana.
Aplicando esa lógica, nada nos garantiza a quienes habitamos en la Angelópolis que el siguiente paquete de policías vaya a ser asignado a esta ciudad.
Y pese a todos sus antecedentes, Ardelio Vargas quiere a toda la Policía bajo su mando.
Ver para creer.
Los guarros del gober en acción
Un testigo de un acto bochornoso se comunicó con este columnista para relatarme la siguiente historia:
Al mediodía de ayer, sobre el bulevar 5 de Mayo a la altura del hospital de San José, a bordo de un Jetta azul Pablo Pérez —secretario privado del “Señor de los Cerros”— chochó contra un microbús de la ruta 46.
El incidente provocó una reacción sulfúrica de este personaje, quien de manera prepotente se bajó del auto y comenzó a maldecir e insultar al chofer de la unidad.
Y soltó la clásica frase: “no sabes con quién te metes”.
Pérez solicitó el apoyo del personal de seguridad de Casa Puebla, al ver que llegaron más choferes de la ruta 46.
Los elementos de seguridad llegaron y les pusieron una sobreana golpiza. Al percatarse de que venían armados los transportistas, decidieron abandonar el lugar.
Lamentablente hay personajes que se suben a un ladrillo y se marean.
Ojalá y su jefe tome cartas en el asunto para evitar este tipo de hechos vergonzosos.
Contracara