¿Por qué será que ninguno de los diputados locales de la LVIII Legislatura no se les ha ocurrido llamar a cuentas al Secretario de Seguridad Pública del Estado (SPE), Ardelio Vargas Fosado, para preguntarle que cómo es posible que al menos tres mandos del grupo delictivo “Zeta”, de los más importantes, estuvieran viviendo en Puebla, sin que estuviera enterado, además de que no sólo vivieron sino que están operando con laboratorios clandestinos donde se elabora la droga sintética Cristal, donde operan con asaltos a transportes, vehículos, chantajes, además de secuestros.
A los diputados se les olvida o se hacen los olvidados que Vargas Fosado es el encargado de la seguridad del estado y que está provisto de todos los equipos necesarios y costosos de espionaje y de seguridad, como para que no se haya dado cuenta que en la ciudad de Puebla vivía nada más ni nada menos que el encargado del trasiego de las drogas desde Guatemala hacia los Estados Unidos, además del mero jefe del sur del país, apodado “El Amarillo”.
Ese “pequeño olvido”, le hubiera costado la chamba a cualquier encargado de seguridad en el país, sólo que en Puebla Ardelio se aprovecha de la amistad que le tiene el gobernador del estado, que le permite que en menos de tres días Puebla, que presume de ser una entidad segura, haya sido noticia a nivel nacional por la captura de los tres mandos más importantes de la organización de los “Zetas”.
¿Cómo fue posible que el gobierno del estado, para encubrir la negligencia del Secretario de Seguridad Pública, haya organizado una conferencia de prensa, donde se atrevieron a decir que la operación de la Secretaría de Marina, para detener a los líderes “Zetas” —cuando todavía no atrapaban al “Amarillo”— era coordinada cuando los marinos operan totalmente solos, para evitar la fuga de información, a grado tal que cuando fueron las detenciones nadie del gobierno de Puebla sabía lo que estaba pasando.
Desde inicios de esta administración el gobierno, sobre todo la Secretaría de Seguridad Pública, han presumido que cuentan con equipos altamente especiales para interceptar llamadas desde celulares hasta nexteles, que tienen el más sofisticado sistema de inteligencia y no se hayan dado cuenta de la presencia de estos capos.
¿Por qué el gobierno de Puebla no ha emprendido una investigación a fondo, solicitando incluso la intervención de la SIEDO (Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada) o la misma Marina, para saber qué autoridades poblanas estuvieron encubriendo o encubren la presencia de estos jefes de la mafia?
Pero lo más importante ¿Por qué el mismo Congreso del estado no se ha preocupado en llamar a Ardelio Vargas Fosado para que responda el motivo de tanta incompetencia.
Deslealtades y corruptelas en el corralón
El ingeniero Alejandro Sánchez Naranjo, llegó a Puebla con las bolsas de su pantalón vacías, llegó a Puebla a invitación de Roberto García Velarde, el director administrativo de la Procuraduría General de Justicia (PGJ).
Es tanta la amistad de García Velarde que le confió la administración del corralón de la PGJ, sobre todo porque en ese departamento se presume la desmedida corrupción y le pidió eso, que erradicara ese mal, que ponía al corralón en negocio de venta de auto partes, de vehículos asegurados o confiscados.
Pero a Sánchez Naranjo se olvidó de la promesa que le hizo a su amigo y jefe y se dispuso a negociar todo que se pudiera, desde las llantas, cajas de velocidades, ejes, baterías, hasta las letras de vehículos de colección y de marcas finas, que también se venden y bien y dio entrada a otra zona de la 46 Poniente, pero dentro de un corralón que se encuentra en todo su límite de unidades, a grado tal que han sido rentados otros terrenos para habilitarlos como corralones.
Los múltiples negocios de Alejandro Sánchez llegaron incluso hasta la Agencia Especializada de Investigación de Robo de Vehículos, donde se confabuló con su titular César Joaquín Sánchez Zepeda, además de dueños de empresas de grúas como la empresa Islas.
No tiene mucho que el procurador General de Justicia, Víctor Antonio Carrancá Bourgert, preocupado por las quejas de actos de corrupción que inician desde el corralón hasta la Especializada de Robo de Vehículos, ordenó una investigación a fondo para descubrir quién es el que está faltando a su confianza.
Y se inició una averiguación previa, la 1934/2012/ERV, misma que incluso podría ser atraída por la Fiscalía que Investiga a Servidores Públicos.
Breve historia de corrupción
Enrique Hernández Chávez, es el propietario de un trailer con todo y caja, lo utiliza para el transporte y venta de papel reciclado.
No tiene ni una semana, en una de las carreteras federales que cruzan por Puebla, elementos de la Policía Federal detuvieron y aseguraron la unidad bajo el pretexto de que la placa de la caja del trailer tiene reporte de robo.
El conductor les aseguró que estaban equivocados, que esa placa, a la que relacionaron por una sola letra, es la original del transporte y la unidad no es robada, incluso se comunicó con su jefe y los federales le pidieron nada más que para el “refresco” y como no le quiso entrar entonces detuvieron al chofer y la unidad y la pusieron a disposición de la Agencia Especializada en Robo de Vehículos y comenzó el viacrucis.
Hernández Chávez tuvo que dar “para el refresco” para que soltaran a su chofer y para que le entregaran su trailer y le dijeron que acudiera al corralón y que pagara el arrastre de la grúa, la empresa es Islas, donde le dijeron que el chistecito le iba a salir en 30 mil pesos, además le dijeron que su unidad había quedado “encajonada” y que para poder moverla iba a pagar otros movimientos de grúas, las que están frente al corralón, por supuesto.
El dueño del trailer acudió a su organización del transporte y su queja llegó hasta la reunión de Seguridad Pública que realiza el gobierno del estado, desde ahí el procurador ordenó a Sánchez Zepeda se investigara el abuso y que le dijera quiénes eran los responsables.
La respuesta del encargado de investigar el robo de vehículos fue una llamada desde su nextel a Enrique Hernández, “no le cobren un solo centavo, luego nos reponemos”.
Pero el dueño del trailer no se quedó tranquilo, sobre todo cuando se dio cuenta que una de las llantas de su unidad estaba estallada, que le habían roto las bolsas de aire y que presentaba otros daños cuantiosos.
La consecuencia es la queja que le comento y la preocupación del procurador porque todo se aclare.
En la próxima entrega le comentare lo del robo de un Marquiz chocado.
Porque los muertos corren rápido