Tras publicarse los resultados de la elección panista de este domingo, la dirigencia nacional del PAN recurrió a las mañas del viejo PRI. 
Fue evidente la molestia de Ernesto Cordero con resultados, sobre todo porque —digan lo que digan— el equipo de Madero se instrumentó todo un operativo comandado por los gobernadores panistas de Puebla, Sonora y Baja California para aplastar a la disidencia corderista.
Desde el cierre hasta el anunció de la victoria maderista soplaron en el PAN visos de ruptura. Tuvieron que posponer el anunció programado a la siete y media de la noche. Una hora después se realizó el anuncio.
Durante ese tiempo fue suficiente para aplacar y disciplinar a los inconformes.
Esa disciplina partidista, muy socorrida por el viejo PRI, le permitió al PAN someter a Ernesto Cordero. Que —según sus propias palabras— dará una batalla ética en el panismo.
Para el viejo PRI, la disciplina fue parte fundamental para hacer y deshacer en ese partido.
Manuel Bartlett Díaz, el otrora hombre poderoso del priismo dinosáurico, definía a la disciplina como el arma fundamental del partido, “pero si no hay partido, la disciplina es nuestro veneno”.
Fue precisamente lo que la dirigencia nacional del PAN aplicó ayer.
De un manotazo borró todos los agravios, todas las acusaciones, la guerra de lodo que entre los equipos de Madero y Cordero se dieron durante 60 días de proselitismo.
Los panistas tendrán la capacidad para someterse al designio cupular. ¿Olvidarán los agravios?
Porque así como fue la primera votación abierta del panismo, también por primera vez los panistas abrieron la cloaca en la que están sentados y mostraron cómo cayeron en los mismos vicios que tanto le criticaron al PRI, cuando eran oposición.
Esa disciplina partidista busca tapar con un dedo la pugna real por el control del PAN. El grupo de Ernesto Cordero y el de Gustavo Madero tienen objetivos y personajes panistas con visiones contrarias.
Difíciles de reconciliar con simple llamado a disciplinarse.
Y aún más, entre esos dos bloques hay un sector de panistas que se definen como “neutrales”: el rostro más visible es la excandidata presidencial Josefina Vázquez Mota y los exgobernadores del movimiento Panistas por México, que en 2013 llamaron a Cordero y Madero a superar sus diferencias para mantener la unidad del PAN.
Pero no lograron.
¿Ahora la disciplina partidista lo logrará?
Ojalá, porque si bien Madero ganó la elección la marca panista salió bastante raspada por la guerra de lodo en la que cayeron.
En los próximos días veremos de qué esta hecha es disciplina blanquiazul.