El PRD no está en proceso de extinción, sino que se ha disuelto en grupos y facciones internas desde hace años, y dio paso para convertirse en una franquicia de una supuesta izquierda, que terminó ofreciendo todo y se diluyó como una opción del pensamiento progresista y de avanzada en México.
De ser un partido con una fuerte historia política en el país, con una identidad construida en los principales valores universales de la izquierda y con referentes de unidad de muchos partidos y movimientos sociales, hoy el PRD vive un proceso de disolución política.
Los dirigentes de El Sol Azteca se alejaron de la sociedad, de sus demandas más sentidas, dejaron de ser oposición y se convirtieron en colaboradores tanto de los gobiernos de derecha como del PRI y el PAN.
Se divorciaron de los intelectuales y de la vida cultural del país; dejaron de pensar ideas democráticas y progresistas que le ayudaran  al país, abandonaron a los movimientos sociales; renunciaron a la crítica social; abandonaron el trabajo en los sindicatos; se olvidaron de los sectores pobres y marginados de la sociedad; jamás propusieron un modelo de desarrollo diferente al que ofrece la derecha del PAN y del PRI.
Las principales corrientes del PRD: Nueva Izquierda; Alternativa Democrática Nacional; Izquierda Democrática Nacional; Foro Nuevo Sol y la de Miguel Mancera, han sido las responsables junto con otras como la del senador Luis Miguel Barbosa Huerta (FIP) de  esta profunda debacle que viveel sol azteca.
Privilegiaron el "pactismo" secreto con los gobiernos panistas y priistas por encima de susprincipios. 
Optaron por la vía del pragmatismo puro y llano de los votos a toda costa, supuestamente paraser gobierno y avalaron alianzas con el PAN en Oaxaca, Sinaloa y Puebla, con resultados fatales y con un fracaso partidario que hoy los ha convertido en una fuerza que paso a ser el quinto o sexto lugar.
Los últimos acuerdos de su Consejo Nacional, sobre su llamada "transformación"  y la renuncia de su dirigente nacional, Carlos Navarrete, son el anuncio del fracaso de un partido político, que no solamente ésta a punto de su extinción, sino que ha condenado  a diluirse poco a poco y posiblemente termine como el PT.
En Puebla, la actual dirigente local, Socorro Quezada Tiempo, debe y deberá también poner su renuncia sobre la mesa, para que el Consejo Estatal de dicho partido resuelva también un proceso de transición y darle paso a una nueva dirigencia política en el PRD.
Al igual que Carlos Navarrete, la aún líder del sol azteca poblano, también es responsable del fracaso electoral y político en el estado, junto con si comité estatal.
En estos momentos tan críticos de este partido, no caben las justificaciones personales, todos ellos deben irse. Por omisión o coalición de intereses con el gobierno son cómplices delos fatales resultados y del castigo de los ciudadanos en las urnas a este partido.
Por coherencia y dignidad política la presidenta del PRD poblano debería poner su renuncia sobre la mesa y así dar pie a la reestructura que se tiene proyectado a nivel nacional.
De lo contrario, el PRD será más de lo mismo: una franquicia político-electoral que se venderá al mejor postor.