La tarde del miércoles, Arturo y su esposa Rosalba permanecían hincados frente ‎a la camioneta propiedad de ambos, donde transportaban ropa, juguetes y enseres de plástico que se dedican a vender.

Habían terminado de trabajar en la zona de Matamoros y regresaban a su casa cuando se les cerró un vehículo compacto de color blanco, donde viajaban tres sujetos armados con pistolas tipo escuadra.

Les ordenaron, en plena carretera federal, que se bajaran de la camioneta y que se hincaran a centímetros del costado izquierdo de la unidad para que no fueran vistos por los automovilistas, mientras que los desconocidos revisaron el vehículo.

Los sujetos se dirigieron a Arturo y le dijeron que eran elementos de la Policía Estatal y que lo iban a detener a él y a su esposa por estar vendiendo contrabando, acto seguido le mostraron las prendas de marca registrada, que a su decir, no habían pasado a pagar su respectivo permiso.

Entre la ropa, los juguetes y los plásticos, los uniformados dijeron haber hallado un envoltorio de papel periódico que le indicaron era marihuana, por lo cual también le informaron iban a presentar cargos.

Al comerciante y a su esposa los subieron a su vehículo y se los llevaron hasta las inmediaciones de San Juan Raboso, donde les señalaron que iban a esperar a que llegara su jefe.

‎Durante dos horas los tuvieron dentro del vehículo sin mencionarles palabra alguna, hasta que uno de los supuestos policías, que iba vestido de civil, le dijo que deberían de "arreglar el problema" y le pidieron 50 mil pesos para dejarlos libres.

Para ese momento la pareja estaba aterrada, con hambre y sed y les dijeron que les permitieran comunicarse con alguien de su familia para ver si los podían reunir.

En cuestión de otras dos horas los comerciantes, a quienes tenían privados de la libertad en ese mismo lugar, les dijeron que solo tenían 33 mil pesos, mismos que los desconocidos aceptaron.

El pago se hizo en la misma ciudad de Matamoros, pero no a ese grupo de supuestos policías, sino a dos sujetos que eran sus cómplices y quienes recibieron el dinero del rescate.

Al matrimonio le dijeron que se podían ir y les advirtieron que no se les ocurriera denunciarlos, que tenían sus datos personales y los iban a buscar para vengarse.

La pareja como pudo llegó hasta donde habían dejado la camioneta y esta sí estaba, pero no la mercancía que transportaban, que fue cuantificada en 20 mil pesos, además de que les quitaron el dinero de las ventas.

El matrimonio esperó a que llegaran sus familiares con una copia de las llaves del vehículo, porque también se las llevaron, y aprovecharon que pasaba una patrulla de la Policía Federal a quienes les dijeron lo que les había ocurrido.

Los uniformados les dijeron que no tenían tiempo para atenderlos, que deberían llegar a la comandancia de la Estatal Investigadora para que les tomaran sus datos.

Acudieron entonces a la comandancia, pero ya no entraron, se dieron cuenta que uno de los sujetos que los había asaltado salió de las oficinas muy tranquilo, como si nada.

Los afectados regresaron a su casa a tratar de olvidar lo ocurrido y volver a empezar.

Pero antes enviaron el reporte de lo que les pasó, como aviso para otros comerciantes que tienen que cruzar la carretera federal de Matamoros, que comunica con Atlixco y Puebla.

Nos vemos cuando nos veamos.