La carta original debe estar en el escritorio del secretario de Seguridad Pública, Jesús Rodríguez Almeida, debe haber otra copia en la Fiscalía General del Estado y otra más ante las autoridades federales.

Su servidor tiene una copia.

La misiva detalla parte de la vida de un empleado de Gas Tomza que se hizo rico de la noche a la mañana, que de ser un humilde empleado ahora es el dueño de vehículos de lujo, de pipas, además de que mandó a agrandar su casa.

El nombre de nuestro personaje por el momento va a quedar en reserva, en espera de que las autoridades correspondientes confirmen o nieguen lo que estaría ocurriendo en la unidad habitacional Amalucan, donde estaría operando si no uno de los líderes del negocio de robo de hidrocarburos, sí uno de los que se ha beneficiado con esta felonía.

Y le comento la carta porque no sería la primera vez que muchos empleados e incluso delincuentes se han pasado al negocio de robo de gasolina, que además de ser el más peligroso, por la lucha de bandas, es el más lucrativo.

Solo hay que tener una camioneta con contenedores, pagar un permiso o renta a los mafiosos que mantienen el control del robo a Pemex y pagar sobornos a la policía y al final dedicarse a un negocio, donde puede acabar con mucho dinero, ejecutado o preso.

La carta

"A veces queda duda si el nombre correcto de la fiscalía es “de investigación”, y lo digo por lo siguiente:

Hoy Puebla, como ciudad y como estado, vive una de sus peores épocas de violencia e impunidad cuyas historias se cuentan ya por cientos.

Hoy quiero contarles una en específico, una que está de moda, la de un chupaducto, y no, no lo van a encontrar en el triángulo rojo, está tan cerca y a la vez tan lejos (y lo digo por aquello de que nomás no lo pueden alcanzar o lo persiguen de rodillas), uno que al oriente de la capital, por allá por amalucan, actúa con total impunidad y

sin que las autoridades sepan de él.

Le dicen “el Changay”

Este honorable habitante poblano empezó trabajando de gasero en una pipa, fue creciendo a paso lento, creo que el negocio no daba para más, pero un día el robo de hidrocarburo se volvió rentable y al cabo de unos meses de dedicarse a eso su vida cambió.

Hoy hasta los “Huehues” le piden que los apadrine cuando llega la temporada.

Y si alguien tiene duda de que ese negocio sea lucrativo, pueden asomarse a su cochera y/o al rededor de su casa y van a encontrar una suburban negra, una Cadillac SRX color blanco, un cadillac Seville negro, 2 pipas de 3 toneladas con los rótulos de gas Tomza, una camioneta bronco roja, una Ford econoline verde con café, y la bonanza es tal que su hermano Porfis (Porfirio) de profesión abogado, hoy trae un seat de reciente modelo.

Y si, leyeron bien, Tomza, la “empresa” que en días pasados tuvo la desgracia de perder un camión Chevrolet al ser descubiertos por la policía por allá por Cholula cuando cometían el delito de robo de hidrocarburo, cuachicoleros pues, camión que tal y como lo imaginan, estaba hasta antes de ese golpe de mala suerte, estacionado afuera de la casa del “Changay”, camión que tenía placas de Tlaxcala, como la Cadillac.

Si alguna autoridad, la que corresponda, se da una vuelta por el lugar donde habita este amigo de muchos, verá las pipas y los vehículos ya descritos, quizás es un corralón para unidades de la empresa “Tomza”, pero que yo sepa está prohibido que ese tipo de vehículos pernocten en una unidad habitacional, y las quejas según cuentan los vecinos, han sido tanto por las pipas como por las frecuentes fiestas de fin de semana que el “Changay” suele ofrecer a sus trabajadores y que según las personas que van a misa de 7 los domingos, son de carrera larga.

Esperemos que alguna autoridad, insisto, la que corresponda, se de una vuelta por amalucan y que las pipas estén en regla, que la empresa diga si ya se habilitó como corralón esa calle, y que las patrullas municipales no tengan miedo de ir a decirles que no hagan sus necesidades en la calle, que no se estacionen en doble fila sobre la calle primavera impidiendo el paso y que le bajen un poquito a la música a todos los amigos que invita a beber el “Changay” para celebrar cuando las cosas salen bien".

Hasta aquí la carta.

 

Nos vemos cuando nos veamos.