¿Fue de mala leche o una amenaza para que se queden callados?

El martes en los medios informativos se regó el rumor de que uno de los sobrinos de Juan Pedro Garrido, director del semanario La Voz de la Sierra, acusado por la Fiscalía General del Estado (FGE), por el homicidio del periodista Aurelio Cabrera Campos, de 17 años de edad, había sido detenido por un intento de secuestro.

El rumor implicaba a otros tres sujetos, de 21, 20 y 54 años de edad, ‎quienes en el municipio de Zihuateutla habían intentado secuestrar a un hombre de 32 años y como se resistió le metieron un balazo en una pierna.

Luego el rumor se hizo más fuerte cuando se dijo que el adolescente implicado en el intento de secuestro también era investigado por el homicidio de Aurelio Cabrera.

Y antes del mediodía del martes ya era un escándalo en medios informativos.

Y la FGE se mantuvo completamente en silencio.

Mientras los familiares del adolescente se movilizaban con sus abogados para saber qué había ocurrido y cuál era su situación legal, el rumor cobraba más y más fuerza.

Se dijo que el caso sería trasladado a la ciudad de Puebla.

Para más mala suerte o como “anillo al dedo” de la Fiscalía, la FISDAI invitaba a una conferencia de prensa donde anunciaba la liberación de una víctima de secuestro.

Más tarde el rumor fue perdiendo fuerza, de la privación ilegal de la libertad el caso llegó a lesiones intencionales y a ‎portación ilegal de arma de fuego y como se trata de un menor, este fue liberado conforme lo marcan las leyes.

Y el rumor se apagó.

Para quienes tratamos de seguir de cerca el caso, porque la FGE mantuvo total silencio, nos quedamos con muchas preguntas que nadie quiere o se atreve a ‎responder.

¿Este gobierno trató de atemorizar a la familia que se encarga de la edición de La Voz de la Sierra para que dejen de denunciar que son víctimas de acoso por parte de la FGE?

¿Se trató de un ardid de la Fiscalía para acercar a Juan Pedro Garrido y al padre de este para cumplirse la orden de aprehensión que hay en su contra?

Lo que haya ocurrido, esto se suma a la cadena de ataques que ha sufrido la familia de los periodistas en desgracia.

Primero, la única responsabilidad que tienen es la de apoyar a sus familiares, como cualquiera lo haría.

El Ayuntamiento de Xicotepec de Juárez ya les prohibió la venta del semanario porque dice que afea la ciudad, calificada como Pueblo Mágico porque publican fotografías a las que les llaman pornográficas, cuando son solo la información de lo que pasa en ese municipio.

Luego han ocupado un grueso de la Policía del Estado, Ministerial y del Municipio, como medida de presión para aprehender a dos periodistas que ya casi son castigados sin que sean juzgados.

¿Qué sigue?

Nos vemos cuando nos veamos.