Usted ya debe haber escuchado que Víctor Antonio Carrancá Bourget está a punto de dejar la Fiscalía General del Estado (FGE), para la que fue habilitado por 7 años más después de que su directo patrón, Rafael Moreno Valle, dejara la gubernatura.
Carrancá Bourget es el brazo ejecutor del autoritarismo de Moreno Valle.
Quien cortó y confeccionó los trajecitos que el gobierno de Puebla armó contra los enemigos del sistema, que fueron y son aún muchos.
Carrancá, hay que decirlo, no fue mencionado en el nuevo gabinete de Tony Gali, de hecho, no fue ratificado pomposamente, como ocurre en estos casos.
Solo siguió sentado en el búnker que convirtió a la Fiscalía General del Estado.
La visión de Carrancá, lejos de ser la que vigile la observancia del Estado de Derecho, es más bien persecutora de los enemigos morenovallistas, esa ha sido la única de sus virtudes.
Aunado a la complicidad de la Comisión de los Derechos Humanos, el fiscal ha sido señalado más de una vez como violador de las garantías individuales de los ciudadanos.
Como ocurrió en Atzitzintla, donde de un manotazo de impunidad ordenó la detención de 87 personas para solo encarcelar a 42, todos estos en espera de la respuesta de amparos promovidos ante la justicia federal.
Y qué decir de los que le han ganado casos a la FGE, demostrando que su detención y vinculación a procesos estuvieron plagadas de irregularidades.
Y otros casos que pese a que fueron delitos consumados, la Fiscalía no pudo o no supo, o no le interesó actuar conforme a derecho y violando garantías perdió casos importantes.
Pero no se preocupe el lector, el abogado Carrancá Bourget no se va.
Aún falta que le pongan los guantes para que discretamente se suba a la contienda electoral.
Para los borregazos.
Las amenazas veladas.
Para muchos casos que permanecen en el tintero del Tribunal Superior de Justicia para los casos que se siguen en juzgados federales.
Hay Carrancá para todos.
Nos vemos cuando nos veamos.