Durante las últimas horas de mi estancia en el Club Puebla (la mejor etapa de mi vida; no me cansaré nunca de repetirlo), entre una ola de sentimientos encontrados, la cabeza me dio para hacerme un par de promesas:
La primera: agradecer siempre la experiencia de vestir, día con día, el escudo de mi Franja; la segunda: que ‘nunca de los nuncas’ compararía lo que viví ahí dentro con los proyectos que vinieran por delante.
Sin embargo, hay momentos de extrema debilidad en que uno debe desconocerse y renunciar a sus promesas; y este, para bien o para mal, es uno de ellos.
El regreso de Umbro a la Franja (porque a mediados de los noventas hubo un cortísimo pero primer acercamiento, y a las pruebas me remito), y por mucho que algunos insistan en cerrar los ojos, es otra de las pruebas que la directiva actual, desde su llegada, nos ha mostrado para convencernos que existe un compromiso por devolvernos, poco a poco, lo que durante años nos fue vilmente arrebatado.
Pero lo de este domingo, preparándonos para conocer la nueva playera a través de un ‘reality show’, es un golpe mercadológico sin precedentes en el futbol de México.
Me consta, porque realmente es así, existe un ‘mundo’ entrañable dentro del universo que es la Franja, que desde el día cero, y a pesar de las críticas incesantes y ‘mala leche’, además de ser referencia en el balompié nacional, tiene como prioridad acercar al Enfranjado con el club de sus amores, a través del talento, la creatividad, la pasión y el amor por su trabajo; y cuando estas virtudes se conjuntan, como en “La número 75”, existen más probabilidades de salir exitosos; y lo mejor de ello: con una sonrisa de fondo.
Además de ser algo que sin lugar a dudas dará de qué hablar en nuestro balompié, algo quedó muy claro: el equipo que imaginó, aterrizó y convirtió en realidad este proyecto, puso la vara muy alta (otra vez) para aquellos que desde el próximo viernes, como se han cansado de prometernos, ‘la defenderán con todo y contra todos’. Y ahí estaremos, como siempre, para comprobarlo y, sobre todo, para exigirlo; pero en casa, donde se hace mejor.
Sé que no soy quién para hacerlo, pero tampoco me importa: mi felicitación, mi cariño y, por encima de todo, mi admiración para todos los que conforman ese ‘mundo’ irreverente, locuaz, valiente, innovador y enormemente talentoso.
Qué orgullo que el mejor equipo creativo del balompié nacional vista la Franja. Mi Franja.
Nos leemos la siguiente semana. Y recuerden: la intención sólo la conoce el jugador.