La verdad se esperaba que la Agencia Estatal de Investigación y la misma Fiscalía General del Estado tuvieran otro rostro en este 2020, que hubieran superado a la Procuraduría General de Justicia de antaño.
Que el cuento de obligar a confesar a un elefante a que era conejo, fuera ya un cuento, pero lamentablemente no es así, las acciones gorilescas de los modernos agentes, con carrera policial y todo, son las mismas y tal vez peores.
En antaño a un elemento de la que fue la Policía Judicial del Estado, no tenía credibilidad ni crédito en la sociedad y las tiendas comerciales.
Era muy difícil que pudieran pagar una renta, tener un beneficio en abonos. Los mismos vendedores eran advertidos “a un judicial nada”.
Por esto mismo a lo largo de los años los gobiernos de Puebla vinieron trabajando para mejorar a esta corporación.
Les exigieron que tuvieran por lo menos la secundaria terminada, luego la preparatoria, más tarde una carrera trunca y ahora les piden como mínimo una licenciatura, todo para formar a unos investigadores impecables.
Pero estos agentes son los mismos que aparecen en un video ingresando de manera furtiva a un domicilio del municipio de Venustiano Carranza, obligando al morador de ese a tirarse al piso, frente a su señora madre, una mujer adulta, a la que también tiraron al piso y les apuntaron con armas largas, y los humillaron y amenazaron.
Y todo por una orden de cateo, donde, por cierto, ni siquiera se sabe que encontraron.
Estamos muy lejos de tener esa policía acreditable, de esperar a que se resuelvan delitos a base de investigaciones de alta escuela y no con amenazas y a madrazos, con la ya cotidiana tortura.
Se siguen combatiendo los delitos como en la edad de piedra.
Para que tanta escuela, tanto dinero en profesionalización y capacitación, si todo sigue igual, a balazos, madrazos y mentadas de madre.
El exceso de la fuerza antes que la inteligencia.
¿Cuál cambio?
Nos vemos cuando nos veamos